Roma.— El papa Francisco presidió ayer la ceremonia del Viernes Santo en medio de estrictas medidas de seguridad por temor a atentados terroristas, mientras en otras partes del mundo miles de personas recordaron la crucifixión de Jesús.

La policía, los carabineros y las fuerzas armadas en Italia estaban en alerta y las celebraciones de Semana Santa coincidieron con una serie de arrestos de presuntos extremistas islámicos. La policía advirtió sobre el regreso de combatientes desde Irak y Siria.

Este año, el Pontífice encargó las meditaciones del Viacrucis a un grupo de 15 estudiantes, que no dudaron en hablar de la mirada cruel de sus pares fijada en las redes sociales, y durante su oración ante el Coliseo romano lamentó la “vergüenza” de que los jóvenes hereden en el futuro “un mundo fracturado por las divisiones y las guerras” de la generación actual.

Reagrupados alrededor del inmenso anfiteatro, luego de pasar estrictos controles de seguridad, unas 20 mil personas, muchas con velas en las manos, siguieron antes en silencio la ceremonia nocturna del Viacrucis, que revive las diferentes etapas del calvario de Jesús desde su condena a muerte hasta su crucifixión y sepultura. Los que cargaron una larga cruz gris —incluyendo una familia siria y una niña en silla de ruedas— se relegaron caminando en el fondo del Coliseo primero y luego en el exterior del anfiteatro.

Las autoridades desplegaron unos 10 mil miembros de las fuerzas de seguridad en Roma para garantizar que no hubiera violencia y en particular durante las celebraciones presididas por el Papa durante el fin de semana de Pascua. El ministro de Interior italiano, Marco Minniti, reafirmó esta semana el nivel elevado de riesgo de atentado en Italia. El jueves cinco personas fueron detenidas en una operación antiterrorista contra allegados de Anis Amri, el tunecino que embistió con un camión un mercado de Navidad en Berlín el 19 de diciembre de 2016, que dejó 12 muertos y un centenar de heridos. En Turín la policía detuvo a un ítalo-marroquí de 23 años. En su domicilio la policía encontró manuales de combate letal con armas blancas e instrucciones para colocar bombas en camiones.

En Jerusalén, miles de peregrinos participaron en la procesión hasta el Santo Sepulcro, donde según la tradición cristiana Jesús fue enterrado.

En Filipinas, varios fieles, incluyendo una mujer, fueron clavados realmente en cruces de madera, en un evento sangriento que es desaprobado por la Iglesia católica, pero al que acuden miles de espectadores.

Aunque las crucifixiones se han vuelto una tradición veraniega para los lugareños, todavía dejan perplejos a muchos turistas extranjeros. “Es terrible”, expresó Luke Henkel, de Florida. “Dan ganas de detenerlos”.

El arzobispo Romulo Valles, presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas, urgió a los devotos a dedicarse mejor a otras prácticas religiosas como la oración.

En Latinoamérica, miles de personas participaron en la ceremonia del Viacrucis. En El Salvador, donde el jueves fue asesinado el sacerdote Walter Osmir Vásquez, cientos de personas recorrieron las calles de la capital para conmemorar la muerte y resurrección de Jesús.

En Uruguay, por primera vez, la Iglesia católica, la anglicana y la luterana alemana celebraron juntas el Viernes Santo con un tradicional Viacrucis ecuménico precedido de una liturgia encabezada por representantes de cada una de estas tres ramas del cristianismo.

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