El tímido acercamiento entre Corea del Norte y Corea del Sur con motivo de los Juegos Olímpicos de Invierno ha generado esperanza en la comunidad internacional, deseosa de ver una distensión en una de las regiones más tempestuosas del planeta.

Georgina Higueras, periodista y analista española especializada en Asia, considera, sin embargo, que hay que ser prudentes respecto al alcance de esa aproximación. “Es un movimiento estratégico de Kim Jong-un porque sabe que la situación es demasiado tensa y la arena se mueve bajo sus pies, pero no deja de ser estrategia: Corea del Norte lo que realmente quiere es un acercamiento con Estados Unidos”, explica a EL UNIVERSAL.

“En la retórica de Kim, Corea del Sur es sólo un títere de EU. Durante muchos años Washington ha usado a Seúl como su bastión de seguridad en el Pacífico, y tiene destacados allí 28 mil 500 soldados. Kim considera que con quien debe firmar un acuerdo es con EU y su acercamiento a Corea del Sur es una forma de ganar complicidades”, opina. Ese acuerdo con EU pasaría por garantizarle al régimen norcoreano el mantener su arsenal nuclear, puesto que Kim ha dado pruebas de que no está dispuesto a desprenderse de la que considera su única garantía de resistir en el poder. “EU quiere el desarme, pero eso no es posible. Tendrá que admitir que, igual que Paquistán, India o Israel, uno de los países con armas nucleares sea Corea del Norte”, considera.

Higueras ha visitado frecuentemente la zona. En 2005 viajó 10 días por Corea del Norte, estudiando el tímido inicio de apertura en el régimen, que quedó frustrado por la enfermedad de Kim Jong-il (padre de Kim Jong-un) y la resistencia de George Bush a cumplir con su compromiso de poner un fin definitivo a la guerra que EU mantiene formalmente abierta con Pyongyang desde 1953.

A partir de ese conocimiento de la zona, la analista considera que los países de Asia no esperan grandes cambios en la situación. “Si Estados Unidos, el verdadero rival de Corea del Norte, continúa amenazándolo, Kim Jong-un seguirá fabricando armas nucleares porque considera que es lo que le da seguridad”, explica.

Una de las dificultades para leer la situación es el choque entre dos personalidades impredecibles. “A Kim Jong-un no le importa nada más que la supervivencia del régimen. No le ha temblado el pulso para matar a nadie que creyera que lo amenazaba. Y enfrente tiene a Donald Trump”, destaca la experta.

Higueras indicó que la gira que realizó Trump por Asia en noviembre pasado, en busca de una coalición militar contra Norcorea, tuvo un efecto inesperado. Después de años de tensiones, Beijing y Seúl acercaron posiciones contra los planes bélicos de Trump, porque ninguno desea una guerra nuclear. El gobierno de Corea del Sur, ahora dirigido por el liberal Moon Jae-in, teme los efectos de las bombas norcoreanas y la llegada de millones de refugiados. China, cuyas relaciones con Pyongyang pasan por su peor momento, también teme ese éxodo, así como una desestabilización regional.

Ni siquiera Japón, enemigo tradicional de Corea y China, quiso seguir a EU en su plan bélico. “Japón ya ha pasado por el trauma de dos bombas nucleares. Nunca se arriesgaría a una tercera”, explica Higueras.

Lo imprevisible de Trump, dice, hace que tampoco pueda descartarse “que un día decida que quiere pasar a la historia como el hombre que firmó la paz con Corea del Norte. Noparece nada probable, pero nadie puede aventurar su comportamiento”.

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