San José.— América Latina y el Caribe acumularon desde hace más de 70 años un listado de presidentes constitucionales y gobernantes de facto —dictadores de izquierda y de derecha— que atacaron el libre ejercicio del periodismo.

Los nombres pasaron de Fidel Castro, en Cuba, y Augusto Pinochet, en Chile, a Rodrigo Chaves, en Costa Rica; Daniel Ortega, en Nicaragua; Jorge Videla, en Argentina; Jair Bolsonaro, en Brasil; Nicolás Maduro, en Venezuela; Nayib Bukele, en El Salvador; Manuel Noriega, en Panamá, o Efraín Ríos Montt, en Guatemala, pero el repertorio siguió creciendo sin cesar.

El presidente de México, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, se sumó al elenco luego de que la semana anterior atacó al diario The New York Times para repudiarlo por una investigación periodística acerca de que mafias del narcotráfico supuestamente entregaron millones de dólares a personajes del entorno del gobernante tras asumir su cargo en 2018.

El Mandatario negó las denuncias el jueves pasado. Con dureza, repudió al influyente rotativo estadounidense, lo tildó de “pasquín inmundo” y lo fustigó al contestar un cuestionario que el periódico le envió para pedir su versión sobre revelaciones de que funcionarios de Estados Unidos indagaron reportes del ligamen de aliados de López Obrador con narcotraficantes.

El caso abrió un nuevo episodio de la permanente crisis del libre ejercicio del periodismo en América Latina y el Caribe, con un constante asedio a periodistas y medios de comunicación y en un contexto de particular deterioro de la situación en México.

“Esta práctica es peligrosa”, advirtió el periodista nicaragüense Álvaro Navarro, director de Artículo 66, medio digital de Nicaragua que denunció repetidamente al régimen izquierdista de Ortega por arrasar con la oposición y con la prensa libre.

De la compra a la amenaza

“Los gobernantes tienen como fin asfixiar, controlar y someter a los medios y periodistas, y para lograrlo recurren a incontables maniobras, que incluyen la compra y acaparamiento de medios, la dádiva a periodistas y propagandistas, la presión económica, la amenaza a anunciantes privados y el cierre de las fuentes informativas”, describió Navarro a EL UNIVERSAL.

“Al anular los medios, los gobernantes autoritarios y sus gobiernos corruptos ganan porque imponen silencio y miedo”, relató.

Unos 200 periodistas nicaragüenses huyeron de Nicaragua desde 2018 para asilarse en el exterior y eludir la represión que Ortega atizó a partir de ese año y agravó con el cierre de medios que, como el emblemático diario La Prensa, quedó limitado a su edición digital. Las instalaciones de La Prensa fueron tomadas por Ortega desde 2021.

“La libertad de expresión y de prensa son derechos humanos que potencian todos los demás. La forma más efectiva de proteger la democracia es a su vez proteger a una prensa independiente. Ese hecho es un elemento que debe unirnos en América Latina frente al fenómeno de gobiernos populistas”, afirmó la periodista Yanancy Noguera, presidenta del Colegio de Periodistas de Costa Rica.

“En esa unión deben estar la institucionalidad independiente y robusta de los Estados, los partidos políticos, pese a sus propias crisis, todas las organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía. A la prensa le toca seguir haciendo su trabajo de denuncia a partir de los mejores criterios de la técnica periodística”, dijo Noguera a EL UNIVERSAL.

Reporteros Sin Fronteras (RSF), instancia global no estatal de defensa de los periodistas, reportó en diciembre pasado que el número de periodistas asesinados en América Latina y el Caribe bajó de 26 en 2022 a seis en 2023, pero los reporteros “siguen sin trabajar con seguridad, como demuestran los recientes secuestros y ataques armados” en México.

América Latina y el Caribe construyó voluminosos expedientes del historial de comunicadores y medios de prensa hostigados por presidentes y dictadores.

Como líder de la revolución que triunfó en 1959 en Cuba, Castro (1926-2016) sepultó el libre ejercicio del periodismo en la isla, donde los medios fueron sometidos, hace más de 64 años, a los designios del régimen. La prensa independiente quedó vedada y en la actualidad sigue siendo perseguida.

Con sus dictaduras derechistas militares represivas, Ríos Montt (1926-2018) en 1982 y 1983, Pinochet (1915-2006) de 1973 a 1990 y Videla (1925-2013) y la cúpula castrense argentina de 1976 a 1983 obligaron a centenares de periodistas de Guatemala, Chile y Argentina, respectivamente, a huir de sus países, aunque otros fueron asesinados por la represión.

En 2024, aseguró RSF, en Guatemala hay “criminalización del periodismo”.

Al frente de la dictadura militar que gobernó de 1968 a 1989 en Panamá, Noriega (1934-2017) persiguió a periodistas y medios panameños y expulsó a corresponsales extranjeros.

Tras asumir en 2013, Maduro acorraló con su revolución socialista a la prensa independiente en Venezuela y, entre otros actos, despojó en 2021 al periódico El Nacional, de Caracas, de sus instalaciones. En su cuatrienio, de 2019 a 2023, Bolsonaro combatió a la prensa de Brasil y llegó en 2021 al insulto directo: “¡Váyanse a la puta que los parió!”.

El derechista Bukele aplicó presión tributaria sobre los medios salvadoreños que, tras iniciar su primer quinquenio en 2019, revelaron las componendas que, a escondidas, negoció en prisión con los cabecillas de las pandillas criminales o maras para darles privilegios.

Costa Rica edificó en los últimos 70 años un prestigio por respetar la libertad de prensa, pero el derechista Chaves la hizo retroceder tras asumir su cuatrienio en mayo de 2022. En mayo de 2023 RSF informó que, en un año de Chaves, Costa Rica pasó del puesto ocho al 23 en sus rangos de libertad de prensa.

Chaves minimizó el reporte y, molesto, fustigó “la alcahuetería y el libertinaje” de “ciertos medios”.

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