Christchurch, Nueva Zelanda.— Los familiares de las víctimas de la masacre de la semana pasada en dos mezquitas de Nueva Zelanda se reunieron este miércoles para enterrar a sus muertos, mientras las autoridades anunciaron que acabaron las autopsias a las 50 personas asesinadas y que el agresor planeaba un tercer ataque.

Las familias de las víctimas habían esperado noticias sobre cuándo podían sepultar a sus seres queridos. El comisionado de policía de Nueva Zelanda, Mike Bush, dijo que ya identificaron formalmente y entregaron los restos de 21 personas. Las tradiciones islámicas dictan que los restos deben ser limpiados y enterrados lo más pronto posible.

El miércoles comenzaron los dos primeros entierros de las víctimas del atentado que paralizó a un país que se enorgullece de su apertura, tranquilidad y diversidad. No se dieron a conocer sus identidades. Las autoridades han pasado cuatro días construyendo una tumba especial en un cementerio de la ciudad que está diseñado para entierros musulmanes, aunque algunos de los restos serán trasladados a sus países de origen, señalaron funcionarios.

Bush señaló que el proceso de identificación formal de las víctimas es largo, antes de destacar que es “responsabilidad de la policía que esta persona —en referencia al terrorista— sea juzgada”.

“Debemos probar la causa de la muerte a satisfacción del forense, para el juez”, añadió Bush. “No se puede condenar por asesinato sin esa causa de muerte”, indicó. Bush también mencionó que las autoridades están convencidas de que evitaron otra acción del agresor.

Según una lista que circula entre las familias, las víctimas tenían entre tres y 77 años. Muchos era oriundos de la región, pero otros procedían de países tan lejanos como Egipto y Jordania.

El agresor transmitió en vivo su ataque a las mezquitas, por lo que el Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes de Estados Unidos solicitó ayer a Mark Zuckerberg (Facebook), Susan Wojcicki (YouTube), Jack Dorsey (Twitter) y Satya Nadella (Microsoft), explicaciones sobre la difusión de la masacre.

El crimen también ocasionó un conflicto diplomático. El primer ministro australiano, Scott Morrison, condenó las “insensatas”, “infames” y “muy ofensivas” declaraciones que hizo el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. El mandatario turco presentó los atentados en Nueva Zelanda, perpetrados por un australiano, como un ataque a Turquía y al islam y advirtió a los antimusulmanes de ese país que sufrirán la misma suerte que los soldados australianos en la batalla de Gallipoli, en la Primera Guerra Mundial.

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