Un joven cubano fue premiado el sábado anterior por una institución cultural del régimen comunista de Cuba por disfrazarse de nazi para competir en una actividad en La Habana sobre el festejo de muertos de Halloween.

Un joven argentino fue expulsado ese día de una fiesta similar en Argentina… por vestirse del hombre responsable del exterminio mayoritariamente de judíos en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945): Adolfo Hitler (1989-1945).

“(En Halloween) hay que observar la inocencia de niños y jóvenes que buscan divertirse a través de disfraces y pasar un momento adecuado. Si no se tiene alguna disposición a realizar el mal, no veo yo un problema en ese aspecto”, afirmó el abogado guatemalteco Nery Rodenas, director de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala.

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“Pero sí hay aspectos negativos en los que sí se puede caer en un problema vinculado a realizar el mal a otras personas o glorificarlo. En todas las culturas del mundo hay aspectos negativos y positivos. Debemos asumir los positivos que pueden llegar de otras partes del mundo. Somos países interrelacionados”, dijo Rodenas a

“Todas (las culturas) tenemos aspectos positivos en las que tenemos que buscar aceptación y no generar odio o rechazo. Obvio que aquellas costumbres que nos incitan a hacer el mal o glorificar el mal son negativas que no podemos aceptar como positivas. Tenemos que tener mucho cuidado en ese sentido”, aclaró.

El incidente del cubano vestido de nazi llevó a los voceros mediáticos de la revolución de Cuba a volver a lanzar alertas sobre la infiltración cultural en la isla de una celebración que tildó de “comercialismo barato” de Estados Unidos, con origen en Europa.

“¿Hasta dónde podemos llegar en permitir estas expresiones degradantes, ofensivas y contrarias totalmente a nuestros principios? ¿Dónde quedan nuestros valores como sociedad cuando cientos permiten y aplauden semejante aberración?”, planteó el periodista oficialista cubano Randy Alonso, director de Cubadebate, medio digital del régimen, y de Mesa Redonda, programa televisivo de ese país.

“¿Qué hace una institución estatal, más aún cultural, organizando, promoviendo y desarrollando una celebración que no tiene nada que ver con nuestras tradiciones, ni con una fecha patria, ni con nuestros intercambios culturales legítimos con otros países, ni siquiera con lo más genuino de la rica y diversa cultura estadounidense, sino con su sentido más consumista y estéril?”, recalcó.

En un artículo anteayer en Cubadebate, Alonso recordó un conflicto en Halloween de 2022 con jóvenes del oriente cubano “vestidos a la usanza del Ku Klux Klan”, organización supremacista blanca estadounidense de extrema derecha, anticomunista, racista, xenófoba, antisemita y anticatólica, que se “pasearon orondos por un parque”.

En el de 2022 “un ignorante o provocador ataviado con la vestimenta nazi” ingresó a “una institución cultural en La Habana y hasta fue premiado por su atuendo”, confirmó.

Al exponer que “me abochorna” todavía más “saber” que un joven argentino fue expulsado de una fiesta privada en un estadio de Buenos Aires por llegar vestido de Hitler, narró que “recibió el repudio de los presentes”, pese a que “por allá hay hasta políticos con pensamiento neofascista”.

El adolescente fue sacado del sitio “por reivindicar al genocida nazi”, publicó el lunes Página 12, rotativo bonaerense.

Tras el triunfo de la revolución en 1959 y con el alegato de 64 años de impedir la infiltración y la contaminación “imperialista” de EU, se activó la muralla cubana de censura y prohibicionismo.

El régimen castigó a los jóvenes que en el decenio de 1960 intentaron escuchar a famosas bandas roqueras, como The Beatles o The Rolling Stones, o en el de 1970 fueron sorprendidos mascando chicle enviado por sus parientes del exilio en Miami, Florida.

Como jefe revolucionario, Fidel Castro (1926-2016) envió en 1963 a la clandestinidad a los roqueros al citar al artista estadounidense Elvis Presley (1935-1977).

“Muchos de esos pepillos, hijos de burgueses, andan por ahí con unos pantaloncitos demasiado estrechos, algunos de ellos con una guitarrita en actitudes ‘elvispreslianas’ y han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus ‘shows’ feminoides por la libre”, advirtió.

“Lo ocurrido en la noche de Halloween fue un hecho sin importancia magnificado por los oficialistas y no dudo que haya sido una provocación”, explicó, por su parte, el disidente y periodista opositor cubano Reynaldo Escobar, editor jefe del diario digital que funciona en la ilegalidad en Cuba.

“Me pregunto cuál hubiera sido la reacción si alguien se aparece disfrazado” del terrorista árabe Osama bin Laden, (1957-2011) líder de la organización terrorista yihadista Al Qaeda, o “peor aún” del líder nacionalista palestino Yasir Arafat (1929-2004), también acusado de recurrir al terror y jerarca de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

A consulta de este diario, Escobar adujo que “desde los primeros años” de la revolución, con el diferendo con EU, surgió “el rechazo a todo” lo estadounidense y, en especial, la música “rock and roll”, en paralelo a la exaltación de la cultura del campo socialista de Europa del Este. Cuba abrió en 1960 su alianza con la entonces Unión Soviética, que encabezó el bloque socialista, se desintegró en 1991 y dejó una herencia cultural en la isla.

“La política cultural del gobierno (cubano) se encaminó (desde 1959) a desdeñar toda manifestación extranjera y apareció el calificativo de ‘extranjerizante" para todo aquel que se salía de esos márgenes”, relató.

“A mediados de la década de 1960 se empezó a cultivar, con poco éxito, la creación de grupos de bailes folklóricos rusos, búlgaros, húngaros y de cuanto país socialista se pudiera copiar algo. Esto era común sobre todo en las escuelas, pero no era visto como extranjerizante porque pertenecía al internacionalismo proletario”, destacó.

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