Bruselas. — Para los mexicanos que acostumbran hacer negocios con el Viejo Continente ya no será lo mismo venderle a un británico que a un austríaco, italiano o español.

Desde el 1 de enero tienen que tratar con dos mercados con normas y marcos jurídicos distintos, uno correspondiente al y otro formado por los 27 socios de la Unión Europea (UE).

Quiere decir que una mercancía mexicana que arribe al puerto belga de Amberes podrá seguir circulando por el mercado único, viajando libremente de Lisboa hasta Copenhague.

No será así con Inglaterra, Gales o Escocia, quienes han abandonado la unión aduanera como resultado del Brexit, perdiendo las ventajas de la libre circulación de mercancías, personas y servicios. Irlanda del Norte formará parte de la unión aduanera del Reino Unido, pero deberá cumplir con las reglas del mercado único europeo.

Al llegar a las fronteras de Reino Unido los productos mexicanos se toparán con procedimientos administrativos nuevos y controles aduanales a los que no están acostumbrados.

Por fortuna, no habrá cambio en las reglas del comercio, en la recta final del proceso de transición del Brexit. La secretaria mexicana de Economía (SE), Graciela Márquez Colín, y su contraparte británica, Elizabeth Truss, llegaron al acuerdo que garantiza la continuidad del comercio a partir de la hora cero, cuando el Acuerdo Global UE-México ya no se aplicará al Reino Unido al perder sus derechos como Estado miembro.

La Secretaría de Economía informó a EL UNIVERSAL que el mecanismo que da continuidad al trato preferencial arancelario será transitorio a la espera de que concluya su proceso de aprobación legislativa. Por la parte mexicana, falta el visto bueno del Senado de la República.

El acuerdo firmado el 15 de diciembre evita la imposición de la carga arancelaria prevista bajo los términos del principio de Nación Más Favorecida de la Organización Mundial del Comercio (OMC). En otras palabras, los sectores de la industria manufacturera, como el automotriz, farmacéutico, textil, agrícola, alimentario y de bebidas, seguirán gozando del acceso preferencial establecido en el marco del Acuerdo Global entre México y la UE en vigor desde 2000.

Salvaguarda

De no haberse introducido el mecanismo de emergencia, por ejemplo, el arancel a las exportaciones de vehículos hubiera pasado de cero a 20%, lo que redituaría en una carga adicional para la industria británica equivalente a 29 millones de libras.

En total, las partes ahorrarán alrededor de 59 millones de libras en aranceles que se habrían cobrado a las exportaciones bajo términos de la OMC.

También habrá protección de las bebidas espirituosas, como el whiskey escocés y el mezcal mexicano, tras la reciente firma del convenio sobre el reconocimiento mutuo y la protección de las denominaciones de las bebidas espirituosas. Lo mismo sucederá con las inversiones, las cuales continuarán rigiéndose por el Acuerdo para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones.

Un trato que se iba cocinando

No obstante, los lazos entre México y el Reino Unido perderán un logro alcanzado en el marco de la membresía comunitaria, un acuerdo modernizado y ambicioso, y que ha llevado años en tomar forma.

En 2013, México y la Unión Europea se plantearon la posibilidad de modernizar sus relaciones comerciales, pero fue hasta mayo de 2016 cuando finalmente comenzaron las negociaciones.

El 23 de abril de 2018 llegaron a un acuerdo de principio y finalmente el 28 de abril de 2020 concluyeron oficialmente las negociaciones. El convenio aún debe ser firmado y pasar por los procedimientos parlamentarios correspondiente.

Siete años han pasado desde el planteamiento inicial para la modernización de un acuerdo que se redactó antes de la era del internet y la digitalización, y los procedimientos aún concluyen; entre otros, falta pasar el riguroso examen del Parlamento Europeo.

Al abandonar la UE, el Reino Unido no podrá beneficiarse de un acuerdo que fue negociado en bloque y no entre un país y otro, y que logró ampliar el acceso a los mercados agrícolas, las normas de origen y las indicaciones geográficas, así como abrir las puertas a los europeos del codiciado mercado mexicano de la contratación pública.

Además, incluye capítulos novedosos en el ámbito de la solución de controversias, anticorrupción, comercio y desarrollo sostenible, transparencia, materias primas, buenas prácticas regulatorias y bienestar animal.

Otro apartado clave es el energético, ofrece garantías de protección y acceso a los europeos en el contexto de la reforma energética emprendida por la administración del expresidente priista Enrique Peña Nieto, previniendo posibles cambios más allá de su gobierno. El Reino Unido tendrá que negociar bajo los términos de la Cuarta Transformación.

Está previsto que el Acuerdo de Continuidad Comercial México-Reino Unido sea de carácter transitorio, pero en el mejor de los casos, la secretaria de Estado para el Comercio Internacional del Reino Unido prevé que las negociaciones del nuevo acuerdo inicien en 2021 y concluyan en los próximos tres años.

Durante ese periodo, el Reino Unido buscará además su admisión al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TIPAT), del cual es parte México. La relación comercial bilateral con los británicos sumó 5.2 mil millones de dólares anuales en 2019; solamente una fracción del valor de las mercancías que transitaron en 2017 entre México y la UE, 66 mil millones de euros. El comercio con la pequeña Holanda es incluso mayor, 5.9 mil millones de euros.

El Reino Unido abrirá un nuevo capítulo en sus relaciones ubicando a México fuera de sus 30 principales socios comerciales. Para el país, los británicos son el décimo sexto socio comercial, mientras que la Unión Europea es el tercero.

Para el Departamento de Comercio Internacional británico, hacer negocios en México implica desafíos que van más allá de la competencia, el idioma, los requisitos de etiquetado y los tiempos que lleva construir relaciones con clientes, como es el problema del soborno y la corrupción.