Alrededor de 61.5 millones de alemanes están llamados mañana a las urnas para definir la composición del próximo Parlamento Federal.

La Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel llega a la cita con cifras prácticamente imbatibles para lograr un cuarto mandato al frente de la Cancillería. El último sondeo realizado por la agencia YouGov prevé que la CDU en sintonía con su ala de la región de Baviera, la Unión Social Cristiana (CSU), obtenga 36% de los votos, por encima de sus rivales más cercanos, la Social Democracia (SPD), comandados por el ex presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, quienes figuran rezagados con 23%.

“Para una parte importante del electorado, Merkel representa un canciller que es garantía de seguridad, estabilidad y confianza tanto al interior como en política exterior”, dice EL UNIVERSAL Gideon Botsch, profesor del Centro Moses Mendelssohn de la Universidad Potsdam. “Por otro lado, nadie aquí en Alemania ve a otro candidato capaz de disputarle a Merkel el siguiente periodo legislativo, ni siquiera se ha llegado a imaginar en un gobierno alternativo”.

Botsch sostiene que la aparición del ex presidente de la Eurocámara en la escena política alemana generó enormes expectativas a principios de año, pero al paso de los meses el llamado “efecto Schulz” se fue desinflando.

Schulz no logró convencer a la izquierda de ser una auténtica alternativa, ni pudo recuperar la confianza de muchos de los seguidores que abandonaron el partido decepcionados por las dolorosas reformas laborales emprendidas por el gobierno socialista del entonces canciller Gerhard Schröder (1998-2005).

Algunos estudiosos creen en las sorpresas, particularmente tras los inesperados resultados del Brexit y los últimos comicios generales en Reino Unido, en donde los conservadores de Theresa May perdieron la mayoría contra los pronósticos.

“Las campañas son como los partidos de futbol: terminan hasta el silbatazo final”, dice en entrevista el profesor emérito de la Universidad Libre de Berlín, Gero Neugebauer.

Cuatro partidos políticos disputan el tercer puesto en el Parlamento: los Verdes, que perdieron su principal bandera de batalla luego del anuncio de Merkel de cerrar las centrales nucleares a partir de 2022; los Liberales (FDP), una fuerza en renovación bajo el liderazgo de Christian Lindner; La Izquierda, protagonista en el este del país y sumando apoyos de la mano de Sahra Wagenknecht, y la derecha xenófoba protagonizada por Alternativa para Alemania (AfD).

El partido de ultraderecha comandado por Alice Weidel y Alexander Gauland retrocedió por la pugna interna entre prominentes figuras y los decepcionantes resultados alcanzados por sus fuerzas hermanas en las elecciones de Holanda y Francia, pero en los últimos meses recuperó terreno. Ahora no sólo aspira a entrar por vez primera al Parlamento Federal, sino a convertirse en el tercer partido más grande del país. La encuesta de YouGov lo ubica tercero (10%).

Neugebauer explica que el AfD crece como respuesta al temor que hay entre las clases más bajas, menos educadas, los desempleados y los trabajadores de medio turno, de perder beneficios sociales y oportunidades ante la llegada de migrantes y refugiados dispuestos a trabajar por bajos salarios. “En conjunto, estas personas creen que el sistema político tiene que ser cambiado a uno autoritario y antidemocrático que atienda a la voluntad del “pueblo real”, y esas expectativas son las que pretende representar el AfD”.

De los resultados que obtenga el partido de Merkel, dependerá el tipo de coalición que gobernará Alemania los próximos cuatro años. Son tres los escenarios posibles manejados por los politólogos: una gran coalición formada por el bloque de Merkel y los socialdemócratas; una llamada “coalición Jamaica”, entre conservadores, liberales y verdes, o una “coalición sencilla”, es decir, el partido de la canciller con otro pequeño, en caso de consolidar a la alza la cómoda ventaja que le otorgan los sondeos.

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