Brasilia.— El Supremo Tribunal Federal de Brasil (STF) rechazó anoche un recurso extraordinario de habeas corpus que Luiz Inácio Lula da Silva había presentado para evitar ir a prisión por una condena por corrupción y dejó con ello al ex presidente a punto de ser encarcelado.

Los 11 jueces de la corte se decantaron con un voto muy ajustado de 6-5 contra el recurso de Lula tras una maratónica jornada de más 10 horas en la sede del tribunal en Brasilia.

Poco antes del último voto, el ex jefe de Estado, quien seguía la votación desde la sede del sindicato de metalúrgicos en Sao Bernardo dos Campos, anunció que no subiría al palco a dirigirse a la militancia reunida afuera y abandonó el edificio por el garaje.

Los partidarios de Lula criticaron la decisiva votación de la magistrada Rosa Weber, quien negó el habeas corpus presentado por la defensa e inclinó la balanza a favor de la prisión del ex jefe de Estado. “Ella en el fondo contribuyó para que pueda ser decretada la prisión de Lula, lo que es una fase más del golpe de Estado”, dijo en declaraciones a Efe Eloi Pietá, miembro de la directiva regional del Partido de los Trabajadores (PT).

Con el fallo, el STF abrió la puerta a que la Justicia pueda decretar en los próximos días un encarcelamiento de Lula por una sentencia a más de 12 años de cárcel a la que fue condenado en enero. Para que haya una orden de arresto es necesario que la revisión de la condena del ex presidente esté cerrada en la segunda instancia judicial. Eso podría ocurrir en cuestión de días, ya que la corte a cargo sólo tiene que responder a unas objeciones formales de la defensa tras haber rechazado ya las apelaciones previas.

“¿Cómo se puede hablar de efectividad judicial si no hay un momento en que ya se pueda ejecutar la pena?”, dijo el juez Alexandre de Moraes, uno de los magistrados que se decantó contra Lula.

El llamado “habeas corpus preventivo” presentado por los abogados de Lula ante el STF buscaba evitar una orden de arresto antes del final del proceso en todas las instancias judiciales posibles. Tras el final del caso en segunda instancia, el ex presidente puede recurrir en una tercera instancia al Superior Tribunal de Justicia (STJ), la máxima corte brasileña para asuntos no constitucionales, y como último recurso puede intentar llevar el caso ante el STF, la instancia final de la Justicia brasileña.

Esas apelaciones se llevarían a cabo ya con Lula preso en caso de que la Justicia decida enviarlo a prisión en los próximos días.

El drama judicial en torno al ex presidente de izquierdas (2003-2010), claro favorito para ganar las elecciones presidenciales de octubre, disparó las tensiones en Brasil en las últimas horas. Miles de manifestantes salieron a protestar a favor y en contra de Lula en varias ciudades del país.

En Brasilia se desplegó un amplio dispositivo de seguridad, con unos 4 mil policías para evitar disturbios.

También las Fuerzas Armadas fueron blanco de críticas después de que el comandante del ejército, Eduardo Villas Boas, emitiera públicamente una opinión política criticando la “impunidad”, en una evidente alusión a un posible fallo del Supremo favorable a Lula.

La grave crisis institucional en la que está sumido Brasil desde hace años por los escándalos del caso sobre corrupción política Lava Jato (Lavado de autos) ha generado en ciertos sectores de la sociedad llamados por una intervención militar en el país.

Lula, de 72 años, fue condenado el año pasado a nueve años y medio de cárcel en primera instancia por cargos de corrupción vinculados con Lava Jato. Según esto, el ex presidente aceptó sobornos por 3.7 millones de reales (1.1 millones de dólares) de la constructora OAS para beneficiarla en sus negocios con Petrobras. Los pagos se debían hacer a través de la reforma de un apartamento que Lula planeaba adquirir en Guarujá, en la costa de Sao Paulo.

Un tribunal de apelación confirmó la sentencia a finales de enero y aumentó la pena a 12 años y un mes en segunda instancia. Al mismo tiempo, la corte regional de Porto Alegre abrió la puerta a que Lula pueda ser encarcelado una vez que el caso sea cerrado en segunda instancia.

Además de este proceso, el ex mandatario afronta otros seis juicios ligados también al Lava Jato.

El líder obrero, quien no ha dejado de hacer campaña durante toda su batalla legal, criticando a sus detractores y prometiendo no rendirse, puede hasta ahora recurrir a las sentencias en libertad.

En el marco de la crisis, decenas de políticos y poderosos empresarios están acusados de haber participado en una enorme red de corrupción en torno al gigante estatal Petrobras. También el actual presidente, el conservador Michel Temer, es acusado por la trama.

En 2016, Dilma Rousseff, sucesora y protegida de Lula, fue destituida por el Congreso, acusada de manipulación de las cuentas públicas.

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