Bruselas. La agresión armada iniciada por el presidente ruso, , en desencadenó lo que tanto quería evitar el mandatario ruso, una nueva expansión de la OTAN, una alianza armada que hoy es más fuerte que al inicio de la guerra.

El haber tomado con blindados cuatro provincias ucranianas del Este, para aparentar la creación de una zona de contención defensiva, junto con la península ucraniana de Crimea arrebatada en 2014, ha tenido un precio extremadamente alto para Moscú en términos estratégicos.

La adhesión de Ucrania en estos momentos no es viable por el conflicto armado, pero lo cierto es que Kiev jamás había estado tan cerca de los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) como en la actualidad.

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El plantón defensivo erigido por el presidente ucraniano Volodimir Zelensky no solo es patrocinado con dineros de las arcas Occidentales, también con tanques, misiles, aeronaves no tripuladas y mapas satelitales procedentes de las barracas de países como Polonia, Lituania, Estonia, Holanda, Alemania, Francia y el Reino Unido.

En febrero de 2022, cuando Putin inició la invasión de Ucrania, la OTAN estaba formada por 30 Ejércitos; a partir de marzo de este año cuenta con 32. El año pasado se adhirió el finlandés y a partir del 7 de marzo el sueco.

En los 75 años de existencia de la organización, Finlandia y Suecia se habían resistido a tomar partido entre la OTAN y Moscú, pero el comportamiento impredecible del inquilino en el Kremlin provocó un giro de 180 grados en la opinión pública.

Antes de la guerra en Ucrania, el apoyo de los suecos a la OTAN era de solo el 37%, seis meses después del inicio de las hostilidades el sentimiento favorable escaló al 64%. En Finlandia la evolución fue más acentuada, el apoyo saltó del 25% al 68% al arranque de la guerra y fue escalando hasta llegar al 80%.

Los analistas asociaron las variantes entre los países a una cuestión de cercanía con el “enemigo”. A diferencia de Estocolmo, Helsinki comparte frontera terrestre con Rusia, mil 300 kilómetros.

El que las banderas nórdicas ondeen en la sede del cuartel aliado en Bruselas es de gran trascendencia geopolítica. Por ejemplo, en términos políticos, Estocolmo siempre fue neutral, durante más de 200 años evitó formar parte de las alianzas militares. Putin fulminó el “voto abstencionista sueco”.

En términos estratégicos, la suma de los escandinavos altera por completo el tablero de seguridad regional; toda la zona está bajo el paraguas de seguridad del Atlántico Norte.

Un poder como el de Roma

El espacio incluye a Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia, un “Mare Nostrum” contemporáneo, si hacemos referencia al concepto usado por los romanos en la época imperial para referirse al completo control que tenían del Mediterráneo.

La OTAN asume el control de las aguas y el espacio aéreo de los países nórdicos y del Mar Báltico, que incluye a Letonia, Lituania y Estonia, dejando completamente aislado al óblast ruso de Kaliningrado.

Los países escandinavos son valor añadido a las capacidades defensivas de los aliados. Son Ejércitos compactos, altamente eficientes y en proceso de modernización. Además saben cómo enfrentar a Rusia de ser necesario; los ensayos realizados en las últimas décadas con militares de la OTAN, han estado diseñados para hacerle frente a la Armada rusa.

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En números duros, Finlandia aporta 280 mil hombres bien entrenados, siete brigadas de maniobra y seis de infantería; así como un importante arsenal compuesto por 700 obuses, 700 morteros, 100 lanzacohetes múltiples, grandes reservas de municiones y una avanzada fuerza naval, compuesta por ocho buques de combate y diez dragaminas. En febrero de 2022 amarró la adquisición de 64 aviones de combate Lockheed Martin F-35 Lightning II.

Por su parte Suecia trae a la mesa la flota aérea más grande entre los países nórdicos, equipada con unos 100 aviones de combate; una fuerza submarina de clase mundial, compuesta por cinco submarinos y ocho dragaminas; y una industria de avanzada, integrada por numerosas empresas de alta tecnología y especializadas en áreas que van desde la aviación hasta el desarrollo de infraestructura 5G y de ubicación satelital.

En total, sumando los aviones de combate suecos y finlandeses, el frente norte aliado cuenta con más de 200 aviones de cuarta y quinta generación; 54 adicionales de Noruega y 27 de Dinamarca. Esto sin sumar los 138 y 32 aviones F-35 del Reino Unido y Polonia, y que en el pasado han formado parte de maniobras conjuntas.

A esto se suman presupuestos en escala ascendente. Finlandia destinó a defensa 6.8 mil millones de euros en 2023, un salto radical en comparación con los 3.6 mil millones de 2020; la cifra pasó de 1.53% del PIB a 2.45%. Para este 2024 se calcula que desembolsará casi 6.5 mil millones de euros.

El gobierno sueco prevé este año gastar 28% más en defensa con relación a 2023. De las 119 mil millones de coronas disponibles, 88 millones son exclusivamente para al programa de investigación e innovación militar bajo la dirección de la Agencia Sueca de Investigación de Defensa. Igualmente fueron asignados más recursos para el desarrollo y producción de submarinos clase JAS 39E y Blekinge. Estocolmo afirma que supera el umbral de la OTAN del 2% del PIB en defensa.

“Suecia se une a la OTAN porque creemos en la importancia de la defensa colectiva. Pero también nos unimos a la OTAN para ser un proveedor de seguridad, desde el Mar Báltico hasta el Mar Negro”, dijo Ulf Kristersson, Primer Ministro sueco, durante la ceremonia oficial de izado de bandera en Bruselas.

“Traemos con nosotros algunas capacidades únicas. Nuestras Fuerzas Armadas son modernas y están bien entrenadas, en tierra, aire y mar. Reforzarán las capacidades de la OTAN”, añadió.

Para el secretario general aliado, Jens Stoltenberg, la membresía sueca fortalece a la OTAN y hace más seguros a todos. “Demuestra una vez más que la puerta de la OTAN sigue abierta. Nadie puede cerrarla”, apuntó en un claro mensaje a Vladimir Putin, quien desestimó ambos ingresos, asegurando que con esas naciones los tienen problema, como sí lo tienen con Ucrania.

Sostuvo en su momento que no hay problemas territoriales, ni disputas, ni nada que les preocupe.

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