La Habana.— ¿Indiferentes?, quizá; ¿hastiados?, tal vez; ¿confiados?, probablemente.

El por qué del menú de reacciones de los cubanos antes, durante y después del traspaso de poder presidencial que—sin precedentes en al menos los últimos 42 años de revolución comunista—se registró ayer en Cuba, seguirá para siempre en el misterio.

Para millones de ciudadanos fue otro día más de penurias socioeconómicas. Para otros se trata de una jornada clave para un país que reafirmó su soberanía y su independencia.

El traspaso del timón presidencial de Raúl Castro Ruz, de la generación histórica de la revolución, a Miguel Díaz-Canel tampoco alejó a los cubanos de sus actividades cotidianas de sobrevivencia. La Habana, epicentro de la vida cubana, mostró diversos escenarios en una semana de receso o vacaciones en los centros de educación de primaria, secundaria y universitaria.

Unos, ¿indiferentes?, fueron a las piscinas de los hoteles en un día de altas temperaturas.

Otros, ¿hastiados?, ni siquiera siguieron las incidencias políticas por el aparato revolucionario de comunicación en estaciones de radio, canales de televisión, prensa impresa y en todos sus medios digitales.

Algunos, ¿confiados?, reafirmaron en su intimidad el respaldo a una revolución socialista que el próximo 1 de enero cumplirá 60 años.

Una vieja frase que describió a los cubanos: “O no llegan o se pasan”, operó ayer. Es una Cuba misteriosa.

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