El líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, invitó al presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, a visitar en breve Pyongyang, informó la oficina de la Presidencia en Seúl, en lo que se interpreta como un signo del deseo de acercamiento pese a la dura postura de Kim respecto a su programa nuclear. Sin embargo, Washington mantiene su retórica contra Pyongyang y alerta sobre “la operación de seducción” olímpica del régimen.

Según el portavoz de la oficina de la Presidencia, fue la hermana del mandatario, Kim Yo-jong, que asistió a la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de invierno en Pyeongchang, quien trasladó verbalmente la invitación a visitar el país comunista. El encuentro podría tener lugar “lo más pronto posible”.

El presidente surcoreano, quien le exige a Kim una renuncia absoluta a su programa nuclear, reaccionó con reservas: “Permítannos crear las condiciones necesarias para ello”. De concretarse, la visita de Moon a Pyongyang sería la tercera entre líderes de los dos países vecinos, enemistados desde la Guerra de Corea (1950-1953).

El líder norcoreano hizo llegar una carta a Moon en la que manifiesta su interés en mejorar las relaciones intercoreanas. Por su parte, el líder surcoreano hizo un llamamiento ante la delegación norcoreana a reanudar pronto el diálogo entre Pyongyang y Estados Unidos.

La carta de Kim habría sido entregada por la delegación de alto nivel de Corea del Norte, de la que forma parte la hermana del líder norcoreano, quien es el primer miembro de la dinastía Kim en tres generaciones en visitar Corea del Sur.

Se cree que fue enviada por su hermano como “enviada especial” en busca de un acercamiento que ya inició a principios de año, cuando Kim manifestó el deseo de su país de participar en los Juegos Olímpicos.

Los más críticos lo recibieron con desconfianza, al entender que la intención era posiblemente abrir una brecha entre Seúl y su aliado Wa-shington para librar a su país de parte de las sanciones internacionales.

Sin embargo, el vicepresidente de EU, Mike Pence, —quien evitó reunirse con la delegación norcoreana— aseguró ayer al dejar Pyeongchang que “no hay divergencias entre Estados Unidos, la República de Corea y Japón sobre la necesidad de continuar aislando a Corea del Norte económica y diplomáticamente hasta que abandone su programa de misiles nucleares y balísticos”.

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