Dublín.— Irlanda aceptó reformar la Constitución para liberalizar la legislación vigente, una de las más restrictivas y controvertidas de Europa, en el referéndum sobre el aborto celebrado ayer, en el que la alta participación resultó clave para la rotunda victoria del “sí”, según los sondeos.

Aunque el recuento oficial comienza hoy, dos encuestas de la cadena pública RTE y del diario Irish Times indican que una “abrumadora mayoría” ha tomado una decisión que los medios califican de “histórica”. Ambos sugieren que 69% y 68%, respectivamente, habrían respaldado la propuesta del gobierno del partido Fine Gael, cuya reforma abriría la puerta a las terminaciones del embarazo sin restricciones durante las primeras 12 semanas de gestación.

El ministro de Sanidad, el democristiano Simon Harris —uno de los grandes impulsores del cambio—, recibió con cautela las cifras, aunque escribió en Twitter que espera levantarse “en un país más compasivo, más bondadoso y respetuoso”.

El presidente irlandés, Michael D. Higgins, y el primer ministro, Leo Varadkar, votaron en Dublín, cerca de sus domicilios. Varadkar, quien es médico de profesión y apoya liberalizar el aborto, dijo que la participación estaba siendo alta y que ello beneficiaba a la causa que defiende. “Esperemos que gane el sí”, afirmó, y avisó que el referéndum constituye una oportunidad única.

Peadar Toibin, dirigente del Sinn Féin, volvió a considerar que la futura normativa abrirá la puerta a los “abortos a la carta”, al tiempo que se eliminará de la Constitución el “derecho a la vida” de los “no nacidos”.

También los grupos provida y la Iglesia católica rechazan cualquier cambio, puesto que creen que dará paso a la terminación de embarazos de “no nacidos” con malformaciones físicas o sicológicas.

Irlanda era hasta hace poco un bastión de la Iglesia católica, por razones históricas y también políticas, relacionadas con su secular enfrentamiento con Inglaterra. El país se independizó de Reino Unido a principios del siglo 20. El escándalo de los abusos sexuales a niños por parte del clero, entre otros, fueron debilitando su posición, y aunque más de tres cuartas partes del país se declaró católica en el censo de 2016, la asistencia a misa ha decaído. En el referéndum de hace tres años sobre el matrimonio homosexual, la Iglesia adoptó una posición mucho más visible y perdió, y en esta ocasión optó por un perfil bajo.

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