El Paso, Texas

“Un lugar impenetrable”, así han calificado representantes de diversos grupos defensores de los derechos humanos y de los inmigrantes el centro de detención para menores indocumentados en Tornillo, Texas, conocido como “Las Carpas”, donde están retenidos unos mil 600 niños y niñas, de entre 13 y 17 años.

“Las Carpas”, llamado así porque se trata de carpas tipo militar, color crema, acondicionadas para albergar a casi 4 mil menores de edad indocumentados, se sitúa a un lado del río Grande, famoso por dividir a Estados Unidos y México, así como por inspirar canciones y películas.

Las críticas por el secretismo que rodea a este lugar no cesan. “Lo que están viviendo estos jóvenes es resultado de la política migratoria del presidente [Donald] Trump; lejos de sus padres o parientes”, comenta Fernando García, de la Red de Fronteriza para los Derechos Humanos, con sede en El Paso, Texas. “Nada de esto —la detención de decenas de menores indocumentados— tiene precedente. No dejan pasar a nadie que no sea del gobierno o proveedores, pero no sabemos en realidad qué está pasando ahí adentro”, añade.

Para varios observadores y especialistas en el tema, Tornillo, Texas, es una muestra de cómo el problema mundial de la migración tiene una perspectiva personalista en el Estados Unidos de la era de Donald Trump.

Algunos señalan que los migrantes son vistos como si se tratara de enemigos potenciales, tal como sucedió con los residentes legales y ciudadanos originarios y descendientes de japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, cuando “por razones de seguridad nacional” los mandaron detener y los metieron en diversos centros de concentración para evitar posibles actos de guerra contra Estados Unidos. “Así los están tratando”, señalan defensores de los derechos humanos y de los inmigrantes.

La instalación de este campamento, en junio pasado, como parte de la política de Tolerancia Cero hacia los migrantes, tomó por sorpresa a muchos. “Se suponía que era una acción temporal debido a la urgencia de atender a tantas personas llegadas a la frontera pidiendo asilo y especialmente al drama de la separación de familia. En mi opinión no han sabido manejar esta crisis”, indica García.

El Departamento de Salud y Servicios Sociales de EU (HHS, por sus siglas en inglés), que atiende a los menores no acompañados en cualquier lugar donde se encuentren, había dicho que el centro de detención cerraría el 13 de julio, pero no sólo no ocurrió, sino que “lo ampliaron para [tener] una capacidad de 3 mil 800 camas y hoy están casi a la mitad de su capacidad”, asegura García. Cada carpa alberga a grupos de 20 menores del mismo sexo; en el área hay un comedor comunitario, áreas de esparcimiento y una cancha de futbol. Actualmente ninguno de los menores acude a alguna clase escolar, no reciben ningún tipo de educación o supervisión académica.

“Una de las razones por las cuales hay más menores sin ser reclamados por un familiar o amigo es porque Trump cambió todo”, explica el líder comunitario. “A quienes llegan a algún centro de detención y quieren pedir que les entreguen a alguno que sea su familiar, les toman las huellas digitales. ¿Te imaginas?”, dice. “Es una burla, puesto que muchos no acuden porque son indocumentados y donde se paren a reclamar a un menor, se los llevan presos para deportarlos”.

La actitud del gobierno, considera, es “incongruente”, puesto que por un lado “no quiere lidiar con tantos menores”, pero “asusta a los parientes”, los aleja, y por eso permanecen tantos menores a su cuidado.

“Yo lo siento mucho por ellos —los menores— porque muchos de ellos lloran en las noches, no comen bien, no duermen bien, están asustados, especialmente los más pequeños y no entienden qué pasa; algunos creen que ya no volverán a ver a sus papás. En mi opinión es un nivel de crueldad que podría considerarse un tipo de tortura. Por mucho que digan que los tratan bien, están tristes, decaídos, tienen miedo, quieren ver a sus papás o alguno de ellos. Es una tortura”, sentencia García, quien recuerda las “jaulas” donde fueron inicialmente encerrados y concentrados los menores, “como si fueran animalitos”.

García detalla que después del escándalo que estalló por los casos de abusos sexuales perpetrados por guardias de la Patrulla Fronteriza o de la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos en otros centros de detención para menores y para adultos, “el personal que vigila de cerca y supervisa a los menores es de la Secretaria de Salud y Derechos Humanos, la mayoría mujeres” y que “nadie espera que ahí en Tornillo suceda alguna atrocidad —sexual— contra menores”.

De acuerdo con el diario The New York Times, el gobierno federal de Estados Unidos tiene a su cargo alrededor de 13 mil menores de edad distribuidos en toda la Unión Americana. “Lo que estamos viendo es un pleito de la administración —Trump— para tratar de reducir las normas que deben de observar [respecto a] cómo tratar a esos niños”, dijo recientemente a Univision la vicepresidenta de Unidos US, Clarissa Martinez. La administración, advierte, está haciendo dos cosas: “Crear una crisis que le permita llevar a la detención indefinida de familias inmigrantes y crear los argumentos para ir al Congreso, después de las elecciones [legislativas de noviembre] y demandar más dinero para detener más inmigrantes”.

Martinez aseguró que lo único que le interesa a la administración actual de EU es crear caos y dolor en la comunidad indocumentada. Ante eso, concluyó, “lo que debemos hacer de nuestro lado es asegurar que nos estemos conduciendo como un país que respeta los procesos de asilo; que queremos ver que se respeten —también— en el resto del mundo”.

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