Bruselas.— El movimiento que hace 50 años provocó que los tanques soviéticos invadieran la ciudad de Praga continúa vigente hasta nuestros días, como parte de la búsqueda permanente a una alternativa al modelo de desarrollo, aseguran expertos.

“Si la Primavera de Praga se interpreta como un intento de la izquierda por lograr un nuevo concepto de socialismo que permita afrontar los problemas del capitalismo, el movimiento sigue vivo”, explica a EL UNIVERSAL el historiador de la Universidad de Sheffield Hallam, Kevin McDermott.

“No sólo entre las filas de las plataformas anticapitalistas, también en una generación estudiantil interesada cada vez más en política. Hay una renovación del interés de la noción de izquierda, particularmente desde la crisis económica de 2008, lo veo en mis estudiantes”, señala en entrevista.

Cinco décadas atrás, la llamada “revolución global” también llegó a las calles de la entonces Checoslovaquia (formada por la actual República Checa y Eslovaquia) a través de jóvenes, estudiantes, intelectuales, escritores, actores y directores de la época de oro del cine checo, como Milos Forman.

Al igual que en París, Lisboa y la Ciudad de México, la generación nacida tras la Segunda Guerra Mundial salió a las calles para protestar contra el sistema, exigir libertades, derechos y tolerancia, aunque al desarrollarse del lado comunista de la “Cortina de Hierro” tuvo características muy particulares.

“Las protestas eran en contra de la rigidez izquierdista, mientras las celebradas en occidente eran en contra de regímenes capitalistas y a favor de un socialismo revolucionario”, sostiene el experto en estalinismo soviético y autor de Checoslovaquia Comunista, 1945-89: una historia política y social.

Otra peculiaridad es que fue un movimiento conectado al Partido Comunista gobernante y que tomó impulso con la llegada de Alexander Dubcek a la cúpula del secretariado del partido en enero de 1968, explica Vladimíra Dvoráková, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Economía de Praga.

“El objetivo era reformar el socialismo, hacerlo económicamente y políticamente más eficaz para fortalecer la apertura, la democracia desde un sentido de participación pública. Fue un fuerte rechazo a las prácticas del periodo estalinista bajo el lema ‘socialismo con rostro humano’”, señala.

“Desde el punto de vista de la Ciencia Política, fue apertura democrática del régimen con libertad de expresión y libertad de movimiento, pero sin llegar a hablar de una democracia real debido a que no hubo pluralismo político”, plantea la académica.

La ilusión revolucionaria llegaría a su fin con la intervención armada iniciada la noche del martes 20 de agosto de 1968 por parte de las fuerzas del Pacto de Varsovia (Unión Soviética, Polonia, la República Democrática de Alemania, Bulgaria y Hungría).

“El Presidio del Comité Central del Partido Comunista llama a los ciudadanos de la república a permanecer en calma y a no poner ninguna resistencia al avance de las tropas, porque resulta ya imposible la defensa de nuestras fronteras”, fue el mensaje a la nación emitido por Radio Checoslovaquia el 21 de agosto.

La amenaza de Moscú de que no toleraría que un régimen autodenominado comunista demandara libertades, como el ejercicio autónomo de la prensa, se había hecho realidad.

El investigador Kevin McDermott asegura que el principal legado está en el desmantelamiento del movimiento.

Afirma que el aplastamiento de la Primavera de Praga por parte del Pacto de Varsovia en 68 sigue siendo utilizado para representar la muerte del comunismo reformado, pues después de aquel agosto quedó eliminada de la agenda la posibilidad de lograr cambios políticos e ideológicos significativos.

A la postre, tuvo que ver con el colapso de los regímenes comunistas del este y de la propia Unión Soviética, subraya.

Al hablar sobre su relevancia actual, sostiene que “no debe desestimarse su importancia, ni considerarse un completo fracaso por durar únicamente ocho meses y haber terminado con la intervención militar de Moscú”.

“Por el contrario, fue muy importante. Hasta el día de hoy, los movimientos socialistas de izquierda, sea el laborismo británico de Jeremy Corbyn, Podemos en España o Syriza en Grecia, siguen buscando una nueva relación entre democracia y socialismo, un problema idealista ante el cual probablemente no hay respuesta”.

“La lucha ideológica que enfrentaron los comunistas reformistas checoslovacos en 68 es hasta nuestros días relevante desde una perspectiva más amplia, porque los partidos de izquierda serios siguen teniendo las mismas dificultades en la búsqueda de una verdadera y exitosa alternativa al capitalismo”.

Para la politóloga Dvoráková, en un mundo en donde “el modelo neoliberal” ha prevalecido como la única alternativa, resulta difícil saber si a mediano plazo habrá movimientos similares a la Primavera de Praga.

Sin embargo, concluye, “de ser el caso, la inspiración [en la Primavera de Praga] puede estar en su rostro humano, es decir, que la persona no sólo constituye una fuerza de trabajo, el valor básico no es la obtención de un beneficio, sino la dignidad humana, la equidad”.

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