Bangkok.— Tailandia sigue celebrando el exitoso rescate de los 12 escolares y su entrenador de futbol que pasaron más de dos semanas bajo tierra en una cueva y ahora se recuperan en un hospital.

Los socorristas, buzos extranjeros ayudados por comandos de la Marina tailandesa son celebrados como héroes y la exclamación “¡Hooyah!”, heredada de la Marina estadounidense, prolifera en los titulares de los diarios, al igual que las fotos del general Prayuth Chan-o-cha, líder de la junta militar que gobierna el país desde el 2014 tras un golpe de Estado.

Prayuth no deja de elogiar la labor de la Marina y su gobierno ha difundido fotos en las que aparece con los padres de los menores y liderando el centro de operaciones donde se planificó la misión. La hazaña eclipsó dos hundimientos de barcos frente a las costas de Phuket que han dejado más de 50 muertos, la mayoría de ellos turistas chinos. Cabe recordar que el turismo aporta 10% del PBI de Tailandia. El portavoz del Ministerio de Defensa, Kongcheep Tantravanic, rechazó que el despliegue mediático busque elevar la popularidad de la junta. “Es una misión de amor y generosidad”, indicó.

Pero Adrián Foncillas, colaborador de El Comercio en Beijing, dice que este rescate ha servido de bálsamo para un régimen que busca extender su poder. Y es que si bien Prayuth insistió en 2014 que su intención no era eternizarse en el gobierno, sino crear las condiciones para una restauración democrática, las elecciones que prometió se han pospuesto año tras año y los movimientos democráticos ya anuncian marchas si no fija una fecha para los comicios en 2019.

Desde la abolición de la monarquía absolutista en 1932, el país ha padecido 12 golpes militares.

Piden cuidar a los niños. Conscientes de los peligros que acechan a los 12 niños y su entrenador, algunos de los mineros que sobrevivieron atrapados en una mina en Chile, piden protegerlos de los “estafadores”.

“Lo más importante es que las autoridades y la familia protejan mucho a estos niños porque mucha gente solo quiere sacar provecho”, recomienda Luis Urzúa, uno de los 33 mineros que permaneció 69 días en la mina San José, en las entrañas del Desierto de Atacama, en 2010.

“Nosotros llevamos ocho años y todavía no podemos superar muchas cosas”, agregó Urzúa.

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