San José.— La intriga Fujimori con tres frentes arrastró al dimitente presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK) al despeñadero.

Kuczynski fue víctima de un juego de guerra por un trono político protagonizado por tres Fujimori: Kenji, diputado pro PPK; Keiko, ex candidata presidencial y todopoderosa jefa del partido Fuerza Popular (FP) y anti-PPK, y Alberto, presidente de 1990 a 2000, indultado en diciembre de 2017 y hábil nadador en las turbias aguas de sus dos hijos ahora enemigos políticos en familia.

Empeñado en asediar al mandatario para obtener el indulto de su padre, condenado en 2009 a 25 años de presidio por delitos de lesa humanidad, por la vía parlamentaria Keiko obligó el 21 de diciembre de 2017 al gobernante a ir al Congreso a enfrentar una moción de destitución por presunta corrupción por negocios con la constructora brasileña Odebrecht.

Keiko dispuso de los votos necesarios —al menos 87 de 130 escaños— para destituir a PPK pero, ya cerca del indulto como meta central, rechazó la destitución.

En minoría parlamentaria, el mandatario jugó al ritmo que marcó el hijo y, en componendas de trastienda entre ambos aunque en público lo niegan, el 24 de diciembre indultó al padre. La movida inquietó a Keiko, temerosa del fantasma político de su progenitor en libertad. Sin titubear, Keiko movió piezas en el primer trimestre de 2018: expulsó a Kenji de FP y lanzó un segundo intento de destitución del jefe de Estado.

En una operación con cámaras ocultas, la política mandó grabar a su hermano y a otros personajes aliados de PPK cuando hicieron supuestas transas con congresistas del FA a los que prometieron negocios públicos a cambio de votar contra la destitución presidencial. Audios y videos fueron revelados en público el pasado martes y desnudaron a PPK y a Kenji. “Con profunda decepción y dolor Perú vuelve a ser testigo de negociaciones para la compra de congresistas. Lamento más que mi propio hermano se encuentre envuelto en estas prácticas”, tuiteó Keiko.

A sólo 23 días de que Lima sea sede de la VIII Cumbre de las Américas, llegó la conmoción política: sin salida, el presidente dimitió ayer. Todo fue parte de un juego de guerra por un trono político.

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