Estados Unidos decidió retirar a “más de la mitad” de su cuerpo diplomático de La Habana y suspender “de forma indefinida” la emisión de visados en respuesta a los ataques “sónicos” que han afectado la salud de al menos 21 funcionarios estadounidenses, una medida drástica que tensa más el nuevo episodio de las relaciones entre EU y Cuba tras la llegada de Donald Trump al poder.

“Hasta que el gobierno de Cuba pueda garantizar la seguridad de nuestros diplomáticos en Cuba, nuestra embajada quedará reducida a personal de emergencia, para minimizar el número de diplomáticos que se arriesgan a quedar expuestos” a posibles ataques, dijo el secretario de Estado, Rex Tillerson, en un comunicado. En rueda de prensa, Trump dijo que Cuba hizo “muchas cosas malas”.

El Departamento de Estado de EU aplica la medida a pesar de reconocer no ser capaz de determinar quién está detrás de unos “ataques” con un dispositivo “acústico” que desde finales de 2016 han causado pérdida de audición y síntomas como dolores de cabeza y mareos, entre otros, a una veintena de diplomáticos de EU.

La reducción del personal diplomático, que Associated Press cuantifica en 60%, obliga a la delegación estadounidense en la capital cubana a suprimir toda emisión de visados no urgentes de forma inmediata y permanente.

La medida se complementa con la emisión de una alerta de viaje a los estadounidenses que quieran ir a la isla, ya que a pesar de no tener ninguna constancia de quiénes son los objetivos de este supuesto “ataque”, muchos se produjeron en hoteles frecuentados por ciudadanos de EU, lo que podría afectar no sólo a diplomáticos, sino también a turistas.

Las medidas no sólo son un nuevo golpe al régimen de Raúl Castro en su sector más pujante, el turismo, sino también a aquellos cubanos que quieran obtener visados para viajar a EU y que deberán ir a un tercer país para conseguir el permiso de entrada.

Más allá de eso, la decisión supone un nuevo enfrentamiento entre Wa-
shington y La Habana en su periodo de restablecimiento de relaciones diplomáticas. Si bien desde Estados Unidos se aseguró que la decisión no significa la ruptura de nexos y se mantendrán “las relaciones diplomáticas”, provoca un deterioro, ya que ninguna delegación de EU podrá viajar a Cuba para seguir con el diálogo de deshielo entre ambos países.


Temen cierre de embajada. Las medidas parecen sólo el primer paso de lo que podría ser el cierre de la embajada de EU en La Habana, una opción que Tillerson ya puso sobre la mesa en las últimas semanas tras el descubrimiento de los “ataques” a diplomáticos. Todo indica que la reunión de esta semana entre el jefe de la diplomacia de EU y el canciller cubano, Bruno Rodríguez, no fue del todo bien, y que la delegación de EU hizo caso omiso a la “reiteración” de que Cuba no “ha perpetrado nunca ni perpetrará ataques de ninguna naturaleza contra diplomáticos”.

El gobierno cubano lamentó la “decisión apresurada que no se sustenta en evidencias ni resultados investigativos concluyentes”. La directora general para EU, Josefina Vidal, lamentó en una declaración a la prensa que EU politice el problema e instó a seguir colaborando en las investigaciones para determinar qué sucedió.

“Consideramos que la decisión anunciada por el Departamento de Estado es precipitada y va a afectar las relaciones bilaterales, en particular, la cooperación en temas de interés mutuo y los intercambios de diversa naturaleza entre ambos países”, sentenció la diplomática cubana, llamando a mantener el diálogo abierto.

Sin embargo, para algunos en EU las medidas son insuficientes.

Además de la diáspora cubana en Florida, que aplaudió la decisión, el senador republicano Marco Rubio, una de las voces más feroces contra el castrismo, criticó que la decisión no incluya la expulsión de diplomáticos cubanos de Washington. “Es débil, inaceptable y escandaloso que el Departamento de Estado de EU permita a Raúl Castro mantener tantos operativos como quiera en EU”, dijo.

Un alto funcionario del Departamento de Estado, quien prefirió mantenerse en el anonimato, dijo en una llamada con periodistas que la opción de expulsarlos no ha sido discutida aún, y menos cuando todavía no se saben de cierto las fuentes del “ataque”. Incluso, añadió, no se descarta que detrás haya un “tercer país”.

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