La policía estadounidense llevó a cabo ayer registros en locales diplomáticos rusos de San Francisco, Nueva York y Washington, provocando el enfado de Moscú, que acusó a Estados Unidos de violar el derecho internacional.

Esta acción marca una nueva etapa en las crecientes tensiones diplomáticas entre los dos antiguos enemigos de la Guerra Fría, siete meses después de la llegada al poder de Donald Trump, que presentó la normalización de las relaciones como uno de sus objetivos. Desde el viernes, la diplomacia rusa denunció estos registros previstos en Washington, pero también en los locales de su consulado en San Francisco, del que EU ordenó también el cierre.

Según el departamento de Estado, las “inspecciones” realizadas en presencia de responsables rusos tenían como objetivo asegurarse que los diplomáticos rusos hayan efectivamente abandonado el lugar. Sin embargo, los registros se realizaron poco después de que una misteriosa nube de humo negro hiciera saltar las alertas en San Francisco.

Maria Zajarova, portavoz del ministerio ruso de Exteriores, argumentó que lo del humo fue para “preservar el edificio”, sin más precisiones.

Asegurando haber actuado en conformidad con las convenciones internacionales, Washington rechaza las acusaciones de Moscú, según las cuales responsables norteamericanos habrían amenazado con romper la puerta de entrada. Las clausuras son una respuesta a la drástica reducción de 755 diplomáticos y empleados, rusos o estadounidenses, en Rusia, impuesta a finales de julio por Moscú en reacción a las nuevas sanciones económicas aprobadas por el Congreso estadounidense.

“Ningún diplomático ruso ha sido expulsado de Estados Unidos en relación con esas clausuras”, indicó el departamento de Estado. Los diplomáticos rusos ya abandonaron las tres propiedades en EU incluidas en la orden. En San Francisco, se llevaron equipos, muebles y pequeños objetos del edificio.

El ministerio ruso de Relaciones Exteriores indicó haber convocado a Anthony Godfrey y haberle entregado “una carta de protesta”. Godfrey, número dos de la embajada, es actualmente el más alto diplomático estadounidense con puesto en Moscú, después de que el embajador John Tefft anunciara en julio su intención de dejar Moscú desde principios del mes de septiembre.

“Las autoridades estadounidenses tienen que acabar con sus burdas violaciones del derecho internacional y renunciar a violar la inmunidad de las instituciones diplomáticas rusas”, indica el ministerio en la nota de protesta entregada a Godfrey. Estos registros y “la amenaza de romper la puerta” son “un acto de agresión sin precedentes, que podría ser utilizado por los servicios secretos estadounidenses para crear un acto provocador contra Rusia con objetos comprometedores que serían colocados” por estos mismos servicios, según la diplomacia rusa.

El ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, pareció sin embargo exculpar el viernes de los hechos a la administración Trump. “Toda esta situación fue creada por la administración [previa de Barack] Obama para perjudicar las relaciones ruso-estadounidenses y no permitir que Trump las mejore” dijo, y culpó al establishment de “inventar” la supuesta injerencia rusa en los comicios de EU del año pasado.

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