Washington.— Una investigación del diario estadounidense The New York Times reveló que Donald Trump, en la década comprendida entre 1985 y 1994, perdió más de mil millones de dólares en sus empresas y negocios, una imagen que contrasta con la de empresario exitoso que lo alzó a la fama y que, en cierta medida, le sirvió para conquistar la Casa Blanca y convertirse en presidente de Estados Unidos.

El periódico neoyorquino tuvo acceso a 10 años de información financiera del entonces magnate inmobiliario en los que, según dicen, se demuestra que “año tras año, parece que Trump perdió más dinero que cualquier otro contribuyente estadounidense”. En el periodo perdió tanto dinero que le permitió evitar pagar impuestos en ocho de esos 10 años.

A pesar del “colapso” de su imperio, Trump habría logrado ingresos millonarios gracias a dividendos de acciones que conseguía gracias a sugerir que podía adquirir empresas; una vez los inversores aprendieron el truco, dejaron de confiar en su palabra.

En el lapso analizado por el diario, no hubo ni un solo año en el que Trump tuviera un resultado positivo en sus finanzas empresariales. En 1985, las pérdidas fueron de 46.1 millones de dólares —en ese momento era dueño de casinos, hoteles y espacios comerciales—, y de ahí todo fue acumulación de números rojos. Entre ese año y 1995, el acumulado de pérdidas superó los mil 170 millones de dólares.

En esa época fue cuando Trump publicó su libro El arte de la negociación (The Art of the deal), que lo describía como un empresario exitoso. Uno de los abogados del presidente, Charles Harder, aseguró al diario que la información fiscal en la que se basa el artículo es “demostrablemente falsa” y “altamente imprecisa”. El Times defendió que las cifras coinciden con las declaraciones de impuestos obtenidas anteriormente por el diario.

Hace unos meses, The New York Times publicó una pieza en la que revelaba que la fortuna del mandatario era básicamente originada por herencia y no por sus empresas, contradiciendo lo que él asegura constantemente. Esa fortuna heredada le permitió esquivar los efectos de las pérdidas —especialmente a nivel público—, manteniendo su nivel de vida casi inalterable pese al desastre económico de sus compañías.

Trump, rompiendo con una tradición de casi medio siglo, no presentó sus declaraciones de impuestos al llegar a la presidencia, algo que despertó sospechas sobre sus finanzas e intereses empresariales, poniendo en duda especialmente posibles conflictos de intereses.

La Comisión de Recursos y Arbitrios de la Cámara de Representantes, controlada por los demócratas, lleva semanas exigiendo las declaraciones de impuestos del presidente de los últimos años —nada que ver con el periodo revelado por el Times—; este mismo lunes, el secretario del Tesoro Steven Mnuchin dijo que no las entregaría y que la solicitud del panel “carece de un propósito legislativo legítimo”.

Es probable que la acción de Mnuchin provoque una disputa legal, una que se suma a los frentes abiertos del mandatario. En otro de ellos, sobre la trama rusa, la Casa Blanca pidió a su exabogado Donald McGhan que no responda a la citación del Congreso para entregar documentos sobre las pesquisas.

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