El Papa Francisco

rompió esta mañana el protocolo en Colombia .

Y lo hizo varias veces, en el inicio de sus actividades en el primer día completo en este país, al que llegó ayer a las 16:12 horas locales para cumplir una visita apostólica que tiene previsto concluir el próximo domingo.

Pero la rigurosidad del protocolo diplomático , religioso y de seguridad , parece inquietarle poco al argentino Jorge Mario Bergoglio , de 80 años, que en marzo de 2013 se convirtió en el primer Papa americano y en el primer pontífice jesuita .

Para inquietud del férreo aparato de seguridad que protege al Obispo de Roma en su visita a Colombia, las reglas pasan a segundo plano en el interés de Francisco de tener un contacto directo con los colombianos. Y eso, lo hizo varias veces.

Primero a las 08:26 horas locales. Salió caminando y sonriente bajo un sol abrasador de la Nunciatura Apostólica, en un barrio de Bogotá, y llegó a la acera externa, al lado del portón de esa representación diplomática.

Él observó a una niña colombiana, a la que se pudo identificar solo como María Paula y que estaba acompañada de su madre. Por laborar en la zona, la madre—de la que solo se supo que es abogada—recibió un permiso para movilizarse en el área durante la estadía del Papa en la Nunciatura, ya que fue censada desde hace varios meses, como muchas otras personas que viven o trabajan en ese barrio, precisamente por el protocolo de seguridad.

El Papa vio a la niña y con su mano derecha la llamó. María Paula, que le esperó desde temprano al frente de la embajada de la Santa Sede pero detrás de una valla instalada como mecanismo de contención y de control, se le acercó jubilosa y, según contó su madre esta misma mañana al canal de televisión del periódico El Tiempo, de esta ciudad, le obsequió una estampa religiosa.

Francisco la recibió con un beso en la cabeza. Nunca dejó de sonreír.

Un segundo acto ocurrió casi que de inmediato. Una madre con su hijo en brazos se le acercaron y el Papa también, siempre sonriente, saludó a ambos. Los acogió con fervor. Todo ocurrió en cuestión de segundos, menos de tres minutos.

Y después abordó a un automóvil particular. Ahora ya no viajó en el papamóvil con el que se trasladó ayer de la base militar del aeropuerto internacional El Dorado, de esta capital, a la Nunciatura, en un recorrido de 15 kilómetros por la calle 26 durante el que fue aclamado por cientos de miles de colombianos y de extranjeros.

Ya dentro del lado derecho de la parte trasera del vehículo, abrió la ventanilla derecha. A las 08:29 emprendió el viaje hacia el Palacio de Nariño, sede de la Presidencia de Colombia. Para inquietud del aparato de seguridad, el Papa sacó su brazo derecho por la ventanilla para saludar jubiloso a miles de personas instaladas a ambos lados del trayecto.

Emocionado por estar de frente con el Papa, un hombre también sonriente corrió al lado derecho del vehículo y se le acercó. Y el Pontífice respondió con la constante agitación de su brazo derecho, mientras los policías apostados en el recorrido se limitaron a mantener las normas mínimas, sin impedir las expresiones espontáneas de júbilo por la presencia del Papa en Colombia.

En punto a las 09:00 horas, el automotor llegó a la entrada externa de la Plaza de Armas de la Casa de Nariño, en una zona capitalina que alberga el corazón político, legislativo, judicial, religioso e histórico de Colombia. Allí le recibió el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y su esposa, María Clemencia Rodríguez.

Francisco y Santos caminaron juntos luego por una alfombra roja empezar los rígidos actos protocolarios con varios pasos: guardia de honor, honor a las banderas, himnos y entrada a la Plaza.

Según el programa oficial de la visita del Papa, a la ceremonia acuden aproximadamente unas 750 personas, entre autoridades políticas y religiosas, el Cuerpo Diplomático acreditado en Colombia, empresarios, representantes de la sociedad civil y de la cultura, instalados en dos tribunas.

Francisco y Santos encendieron una llama de reconciliación, como símbolo de esperanza y paz, en un hecho significativo para un país que en noviembre de 2016 logró un acuerdo de pacificación para acabar con más de 52 años de guerra entre las ahora ex guerrilleras y comunistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno colombiano.

Ambos se sentaron en dos sillas sobre la alfombra roja, frente a la entrada principal de Palacio y, flanqueados por las tribunas, dialogaron mientras en el trasfondo se escuchó un coro que, una y otra vez, clamó: “Toma mi mano y caminemos por la paz”.

A sus espaldas, un puñado de niños y niñas vestido de blanco.

Después de los actos culturales, y en su orden, el Jefe de Estado de Colombia y el Jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano están pronunciando sus discursos.

Luego pasarán al edificio central para un encuentro privado como parte de la visita papal de cortesía a Santos.

Después de los actos culturales, y en su orden, el Jefe de Estado de Colombia y el Jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano pronunciaron sus discursos, para luego pasar al edificio central donde tuvieron un encuentro privado como parte de la visita papal de cortesía a Santos.

En el Salón Protocolar de Nariño, en el segundo piso de Palacio, fue la cita privada con presentación de la familia presidencial, la firma del libro de honor y el intercambio de regalos.

El presidente y su esposa despidieron al Santo Padre a las 10:20 horas locales en el acceso de la Puerta Blanca del Palacio, donde Bergoglio abordó el papamóvil que le trasladó a la Plaza de Bolívar, cercana a Nariño. La Plaza, entre otros punto claves, alberga la Catedral Primada de Bogotá y es el escenario de un encuentro del Pontífice con unos 22 mil jóvenes.

Google News

Más Información

Noticias según tus intereses