Al menos 27 personas murieron y decenas resultaron heridas después de que dos autos-bomba estallaron anoche mientras feligreses salían de una mezquita en una zona residencial de Bengasi, en el este de Libia, en un ataque programado para causar la mayor cantidad de víctimas posibles entre los cuerpos de emergencia, informaron las autoridades.

El capitán Tarek Alkharraz, portavoz de las fuerzas militares y policiacas de Bengasi, dijo que la primera explosión se registró en el vecindario Salmani alrededor de las 20:20 horas del martes, y el segundo carro detonó alrededor de media hora después, mientras los residentes y médicos evacuaban a los heridos.

“Entre las víctimas mortales hay varios agentes de seguridad y miembros de los servicios sanitarios. Algunos de heridos están muy graves” por lo que no se destaca que la cifra de muertos pueda aumentar en las próximas horas, informó una fuente de seguridad a EFE.

Hani Belras Ali, funcionario de salud local, dijo que hasta al momento han muerto 27 personas y otras 32 se encuentran heridas. Otras fuentes hablaron de al menos 42 lesionados.

Esta mezquita es conocida por ser un feudo de grupos salafistas que combatieron a los yihadistas en Bengasi junto a las fuerzas del mariscal Jalifa Haftar, ex miembro de la cúpula que aupó al poder a Muammar Gaddafi y que 40 años después, tras ser reclutado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y convertirse en su mayor opositor en el exilio, se ha convertido en el hombre fuerte en el este del país.

Entre las víctimas habría un líder de una milicia local. Ningún grupo se atribuyó de inmediato la responsabilidad de los ataques.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) condenó el atentado a través de redes sociales, señalando que los ataques directos e indiscriminados en contra de civiles violan la ley humanitaria internacional y constituyen un crimen de guerra.

Libia se hundió en el caos tras la caída y asesinato del dictador Gaddafi en 2011, y desde 2014 se encuentra dividida entre gobiernos rivales y parlamentos con sede en las regiones orientales y occidentales, cada uno de ellos con el respaldo de distintas tribus y grupos militares.

Combatientes del grupo Estado Islámico (EI) se han establecido en la región en medio del caos, pero la mayoría han sido expulsados de las grandes ciudades.

La situación también ha sido aprovechada por grupos de contrabandistas dedicados al tráfico de armas, combustibles y personas.

Bengasi permanece como un punto de conflicto en donde aún se registran ataques y detonaciones.

La ciudad ha sido sede de combates entre milicias opositoras islámicas y las fuerzas leales a Haftar, un ex miembro de oposición que encabeza los vestigios del Ejército Nacional Libio (ENL) en el este. El ENL no es reconocido por el gobierno de Trípoli respaldado por la ONU.

Haftar anunció la “liberación total” de la ciudad después de tres años de combate con los yihadistas.

Opositores acusan a Haftar, quien cuenta con el respaldo de algunas potencias extranjeras, de tratar de imponer un régimen autocrático en Libia.

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