Con el retorno de Silvio Berlusconi a la arena política italiana, la tradicional derecha europea trata de reposicionarse en el tablero electoral en busca de recuperar el terreno perdido ante las fuerzas populistas.

Los partidos euroescépticos se han hecho del poder en Austria, Hungría y Polonia, y aunque los resultados no fueron los previstos, sumaron logros históricos en las contiendas electorales celebradas el año pasado en Francia, Alemania y Holanda.

Las fuerzas políticas tradicionales, hasta ahora, no han encontrado respuesta a la fuga de votantes y han tenido que conformarse con la formación de grandes coaliciones de gobierno para contener el crecimiento de las agrupaciones antisistema y euroescépticas.

El magnate milanés de 81 años, busca regresarle a los conservadores el poder en Roma recurriendo a una astuta fórmula. Por un lado, el líder de Fuerza Italia está retomando la bandera proEuropa que dio la victoria a Emmanuel Macron en las presidenciales francesas ante el xenófobo Frente Nacional y la izquierda alternativa Francia Insumisa. “Berlusconi está tratando de acreditarse nuevamente ante las cancillerías europeas, incluso presentándose como el muro de contención ante el populismo”, dice a EL UNIVERSAL Fabio Bordignon, politólogo de la Universidad de Urbino Carlo Bo.

Por el otro, intenta colocarse en el centro de los polos más extremos, representados por la nacionalista Liga Norte y el euroescéptico Movimiento Cinco Estrellas, al tiempo que trata de explotar la añoranza del pasado; muchos italianos tienen la percepción de que hace dos décadas la vida era mejor. “Berlusconi tiene un mensaje muy claro y sigue siendo muy bueno en la comunicación; no hay nadie que sepa aprovechar las oportunidades cómo él”, dice en entrevista Mattia Diletti, catedrático de la Universidad de Roma Sapienza.

En realidad Berlusconi nunca se fue de la escena política. Pese a los conflictos judiciales siempre ha estado manejando a distancia los hilos de la política italiana.

Sin embargo, los errores de sus opositores, facilitaron el terreno para su reaparición, aun sabiendo que no podrá gobernar debido a que está inhabilitado por ley tras su paso por los juzgados. La última falla de sus adversarios fue la aprobación de una reforma electoral que favorece la formación de alianzas por la vía proporcional. “Berlusconi es muy bueno en la construcción de coaliciones”, sostiene Diletti.

El empresario no la tiene fácil en las elecciones generales del próximo 4 de marzo, en las que el M5S aspira convertirse en la mayor fuerza política del país, capitalizando el resentimiento que hay contra los partidos tradicionales y la ola populista que atraviesa a Europa. La última encuesta de Ipsos lo coloca con 28% de las preferencias electorales.

Trámite administrativo. La otra gran cita electoral del año en Europa está convocada para el 18 de marzo en Rusia, donde el resultado está más que amarrado.

Todos los análisis apuntan a que el presidente Vladimir Putin obtendrá su cuarto mandato en una elección que es vista como una mera formalidad. Los expertos coinciden en que los próximos seis años Putin centrará sus esfuerzos en construir su legado histórico, así como la imagen de su sucesor, pues en caso de no cambiar las reglas tendrá que abandonar el Gran Palacio de Moscú.

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