El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, demostró el jueves que no tiene intención de recapacitar su tibieza en la respuesta a la violencia racista vivida el pasado fin de semana en Charlottesville, que se saldó con la muerte de una mujer atropellada por un supremacista blanco, y a través de su cuenta de Twitter defendió la permanencia de estatuas y monumentos erigidos en honor del pasado esclavista y racista del país.

El magnate ignoró el debate serio que se vive en el país sobre la memoria histórica y la necesidad de mantener o no símbolos de figuras xenófobas. Igual que hace un par de años se denunció el simbolismo de odio de la bandera confederada, ahora le llegó el turno a monumentos de generales de la Confederación, el bando esclavista que perdió la guerra civil de EU. Muchas ciudades han empezado a derribar estos monumentos, conscientes no sólo del ejercicio de reparación histórica que supone sino también para evitar sucesos como los de Charlottesville. Ante esa práctica, Trump se mostró “triste” por lo que consideró “destrozo de la historia y la cultura” del país.

“No podemos cambiar la historia, tenemos que aprender de ella”, dijo, para calificar después de “ridículo” el movimiento que está presionando para retirar estas estatuas. Los hechos de Charlottesville empezaron, precisamente, por las protestas de los supremacistas blancos contra la orden municipal de quitar el monumento al general Robert E. Lee, figura del ejército confederado.

“La belleza que se está quitando de nuestras ciudades, pueblos y parques se echará de menos ¡y nunca será reemplazada de la misma forma!”, advirtió el presidente, que se preguntó si, después de los generales confederados, será el turno de las estatuas erigidas en nombre de los primeros presidentes (George Washington, Thomas Jefferson) por haber tenido esclavos en su propiedad.

Diversas ciudades, como Memphis (Tennessee) o Lexington (Kentucky) hacían consultas para retirar los monumentos referentes a un pasado de odio y racismo. Memphis, por ejemplo, además de ser la tierra de Elvis Presley, tiene una escultura dedicada al primer gran líder del Ku Klux Klan. Baltimore derribó esta semana las cuatro que le quedaban.

El movimiento para acabar con todas las imágenes del pasado racista de EU, sin embargo, podría ocultar una estrategia política diseñada por uno de los ideólogos del trumpismo, el ultraderechista Steve Bannon. “La política identitaria de raza de la izquierda quiere decir que todo es racismo”, dijo en una entrevista. “Dadme más, tirad más estatuas”, animó el estratega de la Casa Blanca, convencido de que si los demócratas se centran en la estrategia de la identidad, Trump puede ganar concentrándose en temas económicos “nacionalistas”, que en su opinión interesan realmente al electorado.

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