Los costarricenses votaron el domingo en unos reñidos comicios presidenciales marcados por el matrimonio igualitario, que polarizó al país entre quienes defienden los valores tradicionales y los que quieren que siga siendo un oasis progresista en Centroamérica.

Las urnas, a las que estaban llamados 3.3 millones de votantes para elegir presidente y 57 diputados de la Asamblea, comenzaron a cerrar a las 18:00 hora local (00:00 GMT del lunes) y se esperaban los primeros resultados oficiales poco después.

Por tercera vez en su historia, la democracia más antigua de América Latina podría elegir presidente en segunda vuelta tras la atomización de las preferencias entre 13 candidatos, de los cuales cinco llegaron a las urnas con posibilidades.

Desde las costas del Pacífico y el Caribe al volcánico valle central, los votantes acudieron a los centros electorales con buena afluencia, agitando banderas con los colores de sus partidos y tratando de convencer a los indecisos en una jornada que transcurrió sin incidentes.

"Voté, aunque no estaba convencido. Me animé porque (las encuestas) dicen que cualquiera puede ir a segunda vuelta", dijo Amador Torres, exfuncionario judicial de 65 años, quien acudió a sufragar en el centro de la capital acompañado de su esposa.

El diputado y cantante evangélico Fabricio Alvarado llega como favorito luego de que una reciente resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que obliga al país a legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, le permitiera galvanizar al sector ultraconservador del país.

Parte de la creciente población evangélica del país -un 15% según estudios- apoya sin fisuras al expresentador de televisión de 43 años.

Sin embargo, no lograría el 40% requerido para ganar en primera vuelta, según las encuestas, que muestran una reñida competencia entre Antonio Álvarez Desanti, del poderoso partido Liberación Nacional, y el oficialista Carlos Alvarado, por pasar al eventual balotaje del 1 de abril.

"Vengo saliendo de misa y el padre lo que dijo fue que saliéramos a votar, pero en esta ocasión no hubo llamados para favorecer a ninguno", dijo Mary Jiménez, manicurista de 43 años, cuando salía de una iglesia en Cartago, 25 kilómetros al sureste de la capital.

EL AUGE DE LOS EXTREMOS

Por su parte, Carlos Alvarado, exministro de 38 años y cercano aliado del presidente de centroizquierda Luis Guillermo Solís, entró en la pelea en la recta final pese al desencanto de sus bases por un caso de corrupción que salpicó al ejecutivo.

El auge de los extremos alimentó la indecisión del electorado, manteniendo las opciones de otros candidatos, como el polémico exministro Juan Diego Castro, cuya promesa de mano dura y extractivismo sorprendió al ganar adeptos en un país "pacifista y ecológico".

Conocidos por su talante moderado y su lema "pura vida", que invita a tomarse la vida de forma relajada, los costarricenses asistieron a una campaña inusualmente agresiva, donde los programas para solucionar el creciente déficit fiscal y la criminalidad récord quedaron opacados por las consignas morales.

"Me ha sorprendido el crecimiento que han tenido los partidos minoritarios, sobre todo el de Juan Diego Castro y el de Fabricio Alvarado. Le parece a uno que está viviendo en otro país en términos de política", dijo Olman Gómez, técnico de redes de 49 años, después de votar.

Solís, quien no puede postular a la reelección inmediata, se convirtió hace cuatro años en un fenómeno electoral al romper contra todo pronóstico décadas de bipartidismo. Pero desde entonces, su popularidad ha ido cayendo desgastada por los escándalos y su fracaso por lograr una urgente reforma fiscal.

lsm

Google News

Más Información

Noticias según tus intereses