San José. – La llave del coqueteo entre los gobiernos de Estados Unidos y de Venezuela se abrió el 18 de octubre anterior y, en un típico cruce de obsequios navideños, avanzó el 20 de este mes con una permuta de prisioneros, pero sin desatascar todavía la realidad política venezolana para lograr unos comicios presidenciales libres y transparentes en 2024.

Tras el intercambio de sonrisas con el canje de presos, los focos internos y externos se volcaron sobre una figura: la dirigente derechista venezolana María Corina Machado, lideresa indiscutible de la oposición de Venezuela que, sin despojarse de sus hondas pugnas, la elevó en elecciones primarias también en octubre a candidata presidencial y la convirtió en su punto de encuentro para competir en 2024.

El sábado se sumó una buena noticia, con la liberación del estudiante universitario John Álvarez, quien fue arrestado el 30 de agosto bajo cargos de conspiración por sus protestas contra el gobierno y quien denunció torturas en prisión.

La duda sobre la relación entre Estados Unidos y Venezuela se basó en la eventualidad de que el régimen izquierdista de Venezuela insistirá en cerrar las puertas a Machado para participar en los comicios presidenciales del año entrante. Caracas inhabilitó políticamente a Machado desde 2015.

La Contraloría General de Venezuela, bajo dominio del cuestionado presidente izquierdista venezolano, Nicolás Maduro, anunció en julio anterior que la inhabilitación a Machado que se dictó en 2015, en un inicio de 12 meses, se prolongará a 2030 y sin posibilidad de postularse a cargos de elección popular.

Luego de que Machado ganó las primarias, Maduro insistió en octubre que la opositora jamás podrá participar en las elecciones de 2024 por estar políticamente inhabilitada. Machado fue castigada en 2015 por denunciar la presencia de tropas cubanas en las fuerzas militares venezolanas y en 2023 por respaldar las sanciones económicas internacionales a Venezuela.

“Yo por lo pronto lo que veo es pragmatismo duro y puro de EU y la Unión Europea (UE) hacia Venezuela”, afirmó la abogada venezolana Rocío San Miguel, presidenta de Control Ciudadano, organización no estatal de Caracas sobre estudios militares.

La postura de Washington y Bruselas sobre Caracas pareció “(estar) queriendo simplemente unas elecciones medianamente competitivas”, dijo San Miguel a .

Las inquietudes persistieron acerca de si EU y Europa evitarán aplicar más presión a Maduro y privilegiarán el nexo petrolero.

El gobierno de Maduro y la Plataforma Unitaria, que aglutina a la oposición, suscribieron el 17 de octubre de este año en la caribeña isla de Barbados un acuerdo para realizar elecciones libres y transparentes en 2024. Al día siguiente, y con mediación de Qatar, Washington flexibilizó las sanciones petroleras a Venezuela.

“En Venezuela hay simulacros de elecciones, una ficción que el régimen usa para limpiar mínimamente su rostro dictatorial”, adujo a este diario el analista e investigador independiente brasileño Leonardo Coutinho, presidente de Inbrain Consultants, consultora privada de Washington.

“EU quitó las sanciones (petroleras) a Venezuela creyendo estar negociando con una contraparte dispuesta a caminar para la democracia. Pero Maduro no tiene este plan. Indiscutiblemente, Machado es la candidata más viable y capaz de amenazar la permanencia de Maduro en el Palacio de Miraflores”, sede de la Presidencia en Caracas, agregó.

“Pero esto es irrelevante en un contexto en que las elecciones no son libres o confiables. ¿Machado tiene condiciones para vencer? En una democracia en funcionamiento, sí. Pero en la dictadura electoral venezolana no hay como esperar por cualquier cosa que no sea el uso del instrumento democrático para justificar o legitimar la autocracia”, subrayó.

Con una economía mundial sacudida, desde febrero de 2022, por la guerra de Ucrania, y, a partir de octubre pasado, por el conflicto bélico entre Israel y las agrupaciones terroristas palestinas, la reapertura del suministro petrolero de Venezuela apuntó a aliviar los problemas energéticos occidentales.

Con unos 309 mil millones barriles, Venezuela confirmó disponer las mayores reservas petroleras mundiales. Venezuela se hundió desde 2014 en la más grave crisis socioeconómica, política e institucional de su historia, con hiperinflación, megadevaluación, profunda escasez y encarecimiento de medicinas, alimentos y bienes básicos y un éxodo de más de 7 millones de venezolanos al exterior en una migración masiva y sin control para huir de la crisis.

Washington justificó los castigos petroleros contra Caracas dictados de 2014 a 2017 en que Maduro violó los derechos humanos y rompió el orden democrático en Venezuela. EU condicionó el levantamiento de las represalias contra el régimen venezolano, que se instaló desde 1999, a medidas para reconstruir la democracia.

Oposición y oficialismo pactaron en Barbados realizar elecciones en el segundo semestre de 2024, respetar las normas constitucionales, efectuar auditorías, ordenar la actualización del padrón (dentro y fuera del país) y permitir observadores extranjeros para verificar los resultados.

EU fijó el 30 de noviembre como plazo para que Maduro abriera paso a Machado y otros opositores inhabilitados para postularse a diferentes cargos. Con el asedio de ese ultimátum, que podría significar restablecer las represalias económicas, opositores y oficialistas acordaron el 30 revisar las inhabilitaciones.

Rumbo al final de 2023, las interrogantes persistieron en Venezuela acerca de si el régimen se jugará la carta de habilitar a Machado, adversaria peligrosa para Maduro por su creciente respaldo en una población electoral hastiada de las eternas promesas oficialistas de un grandioso porvenir socioeconómico… que nunca se cumplieron.

Vente Venezuela, el partido de Machado, informó que la opositora planteó el 15 de este mes un reclamo ante el Tribunal Supremo de Justicia “contra las vías de hecho que pretenden impedir ejercer a plenitud sus derechos políticos y alegó que “ahora le corresponde” a Maduro “cumplir” los acuerdos de Barbados.

Pero el naipe también quedó abierto para la oposición con una duda que proliferó en este mes en el panorama político global: ¿Está dispuesto Washington a llegar hasta el final con Machado?

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