Toluca, Méx.— Durante el año pasado, debido a la pandemia por Covid-19, embarazadas decidieron pagar por atención médica particular sin importar el costo, en lugar de acudir a hospitales públicos estatales o federales por el temor al contagio del virus SARS-CoV-2, coincidieron mujeres entrevistadas y especialistas del sector salud.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud mexiquense, durante 2020 se redujo hasta 20% el número de embarazos y partos atendidos en hospitales públicos estatales así como las clínicas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios (ISSEMyM).
Rodolfo Morales González, responsable del programa estatal de Salud Materna y Perinatal del Instituto de Salud del Estado de México (ISEM), informó que el cambio en las cifras respondió a que, si bien los servicios médicos para todas las mujeres embarazadas permanecieron abiertos durante la pandemia, la “gente tuvo miedo de ir al hospital con pacientes Covid-19, fue el pánico generalizado lo que las mantuvo alejadas de los hospitales”.
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Dijo que en 2020 atendieron 77 mil 621 nacimientos, mientras que en 2019 fueron 93 mil 314, una diferencia de casi 20%. Aunque aclaró que la diferencia en la estadística no está relacionada con que las mujeres hayan aplazado su maternidad, sino que prefirieron otro tipo de servicios, pues de acuerdo con lo que les reportó el sector privado, hubo un alza en atención de partos de 15%.
“Lamentablemente hemos visto baja afluencia de los pacientes en las consultas, en principio por recomendaciones de la Secretaría de Salud federal; a través del Centro Nacional se limitó el número de consultas a las pacientes embarazadas de bajo riesgo que no requerían de manera frecuente la revisión y eso provocó el cierre de algunos servicios, pero actualmente estamos en la reconversión de los hospitales y en trabajo conjunto de la promoción de salud para que las pacientes acudan a su control prenatal”, afirmó.
Alejandra Báez, ginecóloga particular, refirió que durante diciembre de 2020 atendió hasta 20% más partos en comparación con el año anterior, y que recibió pacientes con embarazos de tres meses en adelante, quienes habían iniciado con su atención en el servicio público, pero al comenzar la pandemia decidieron migrar a la atención privada, “muchas dijeron sentirse más seguras de que no habría contagio en el consultorio”.
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En el caso del IMSS poniente, la variación fue superior, pues tan sólo en 2019 atendieron 12 mil 286 embarazos y el año pasado 9 mil 390.
Si bien los servicios de ginecología y obstetricia permanecieron abiertos, las mujeres optaron por otros lugares, especialmente porque hubo un anuncio federal sobre la opción de acudir al médico privado sin pagar, pues se haría cargo el IMSS.
El instituto indicó que durante la contingencia sanitaria la ventaja fue que el Hospital de Gineco Obstetricia se mantuvo como hospital No Covid, lo que permitió que las derechohabientes acudieran con la seguridad de no contagiarse; sin embargo, muchas decidieron acudir a otro sistema de atención.
Mientras que el ISSEMyM durante 2019 brindó atención médica en 6 mil 578 partos, y para 2020 fueron 5 mil 202.
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Las razones
“No fue sencillo decidir por el servicio privado, había muchas opciones, pero todas caras, porque su precio casi se duplicó, había quienes ofrecían la prueba Covid-19 para la mamá y el papá antes de entrar al quirófano, lo que encarecía todavía más el servicio, porque cada prueba costaba entre 5 mil y 7 mil pesos por persona”, dijo Yessica Olmedo.
Explicó que ella tenía dos meses de embarazo cuando se declaró la pandemia, en marzo pasado, y si bien una de sus familiares trabaja en el ISSEMyM, en donde recibía la atención, cuando agudizó la emergencia sanitaria cambió su forma de pensar, pues se contagiaron sus papás, su hermana y su esposo porque continuaron trabajando y “ahí comenzó el miedo”.
Sin embargo, dijo, fue más el miedo por continuar su atención en el servicio público cuando en los hospitales aumentó la cantidad de pacientes y hospitalizados con la enfermedad, por lo que optó por planear el resto de las consultas y el parto en el sector privado. “No había garantía de que no me contagiara en un consultorio particular, pero era menos probable”, afirmó.
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Paola Lovera tiene 35 años de edad y refirió que supo sobre su embarazo en abril, previo al pico más alto de la pandemia, y si bien es derechohabiente del IMSS, decidió sólo acudir a las consultas necesarias para cobrar su incapacidad, pero tuvo seguimiento en un consultorio privado; además planeó su parto en un hospital particular, libre de Covid-19; el costo fue de casi 80 mil pesos.