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Como una mujer leal y trabajadora, calificaron compañeros a Margarita Rivera Rivera, policía a quien el domingo pasado un delincuente propinó dos balazos en la cabeza cuando hacía su rondín en los pasillos de la Central de Abasto.

Los primeros avances de la investigación arrojan que el agresor y sus cómplices robaban un local cuando Rivera pasó frente a ellos, sin saber que delinquían.

El ataque quedó grabado en las cámaras de seguridad. En el video se observa cómo la oficial ni si quiera se da cuenta del robo, pero es sorprendida por el agresor, quien le dispara en dos ocasiones frente a testigos que nada pueden hacer, sólo tirarse al piso y correr. El asesino y sus cómplices hacen lo propio para perderse entre la gente. Cuando llegaron los paramédicos, ella estaba muerta.

El expediente de Margarita es intachable. En sus 17 años en la corporación, sólo una amonestación por un incidente menor: se reportó tarde ante su superior, pero según sus compañeros, los minutos que faltaba los reponía.

Margarita era madre soltera de tres jóvenes adultos. De su trabajo les dio educación, escuela y techo. Sus familiares exigieron justicia, sólo eso. No pidieron indemnización a los mandos, sólo que los responsables terminen en la cárcel.

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