En el Día Internacional del Migrante, integrantes de la caravana piden a Dios que toque el corazón del presidente Andrés Manuel López Obrador y los deje seguir su paso hacia Estados Unidos, sin represión.
A casi una semana de su llegada a la Ciudad de México, ayer tomaron un respiro, recargaron energías y después de manifestarse en la Embajada de Estados Unidos, aprovecharon para conocer Paseo de la Reforma, la Diana Cazadora y Chapultepec.
Al mediodía de este sábado, parte de la caravana migrante que se aloja en la Casa del Peregrino, en la Gustavo A. Madero, tomaron el micrófono y alzaron sus pancartas frente a la embajada estadounidense con mensajes de: “Todos somos migrantes”, “migrar no es crimen, criminal es el gobierno que reprime”, “nadie es ilegal, abajo el muro de las fronteras”, “la migración no es un placer, sino una necesidad” y “México, no nos detengas”.
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Casi una centena de indocumentados, procedentes en su mayoría de Honduras, denunciaron las agresiones que sufrieron, a su llegada a la Ciudad por parte de elementos del Gobierno capitalino y de la Guardia Nacional.
Además, remarcaron su temor y desconfianza al gobierno del presidente López Obrador y al Instituto Nacional de Migración (INM), ya que varios de sus compañeros han sido deportados. “Él nos ha reprimido con su Guardia Nacional, con su policía, es poco lo que creemos en él, pero primero Dios le toque el corazón y haga lo justo. Que tenga un poco de humanidad”.
Las familias migrantes conocieron el Zoológico de Chapultepec, otros prefirieron caminar, tomarse la clásica selfie en monumentos como el Ángel de la Independencia y la Diana Cazadora, así por un rato se olvidaron de las angustias por migrar, para convertirse en turistas disfrutando de la capital.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Christian Gutiérrez, procedente de Honduras, fue uno de los que hablaron frente a la embajada del país vecino y, acompañado de su esposa e hijo de dos años, contó la travesía, el cansancio y el miedo de caminar por casi dos meses desde Honduras para llegar a la frontera con México, en Tapachula, Chiapas, y lo que significó ser recibidos a la entrada de la Ciudad por elementos de seguridad pública.
Frente a la embajada estadounidense se le nublan los ojos y aprovecha para pedir a los presidentes de Estados Unidos y México, Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador, una oportunidad para vivir. Dice que quiere trabajar para alimentar a su familia, a su madre de 60 años y tres hermanos, quienes se quedaron en Honduras, un país sumergido en la violencia y pobreza.
Aseguró que él como muchos que vienen en la caravana no quieren quedarse en México, por lo que pidieron al presidente López Obrador que les deje seguir su paso por el país, pues quieren llegar a Estados Unidos.
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