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Temoaya, Méx.— Desde hace 20 años, Ángel Fidencio Martínez elabora piñatas con forma de estrella para navidad.

Es uno de los 40 artesanos que se dedican a esta actividad en el municipio de Temoaya, quienes defienden la producción artesanal ante la proliferación de producto chino que les hace competencia en las calles, pues son mucho más baratas pero “no de buena calidad”.

Comentó que es muy frecuente que por los materiales, sea sencillo hacer réplicas, pero no se atrevió a calificarlas como piratas, puesto que cada artesano emplea su creatividad, pero, acotó, “viniendo de China o de Japón, no sé, lo más lógico es que se ‘volaron’ la idea, porque allá, que yo sepa, no hay esa tradición, que es muy mexicana”.

Ángel elabora estrellas coloridas con base de cartón, olla de barro o pelotas, algunas son cubiertas de papel metálico, otras de papel maché y estraza, que tradicionalmente son de cinco o siete picos, pues representan a los siete pecados capitales católicos.

Las piñatas miden desde 25 centímetros hasta dos metros de altura, contando los picos, que principalmente le compran las iglesias, para adornar los templos, los mercados, edificios públicos, hasta los vecinos, pero que son vendidas para clientes de Guanajuato, Querétaro, San Luis Potosí, Jalisco y otros estados.

Los costos van de los 70 hasta los 500 pesos cada una, dependiendo el tamaño, aunque “siempre nos regatean porque viene mucha gente que quiere para revenderlas y no les sale si las compran a esos precios, dicen que son muy caros”, dice.

Cada año, en este taller, se elaboran entre mil y 3 mil piñatas.

El tiempo de creación depende del tamaño y el decorado. Las más pequeñas requieren un tiempo de 25 a 30 minutos, mientras que en las más grandes pueden tardarse hasta una hora. También influye el secado.

Ángel Fidencio explicó que desde niño aprendió esta actividad que desempeñaban sus padres; su papá tenía una recaudería en la Ciudad de México, quien elaboraba pequeñas piñatas que en vacaciones de diciembre las vendía en las calles.

“Luego me vine a vivir a Temoaya, ya de adulto, entonces puse una vulcanizadora, pero no me daba mucha ganancia y pensé que en los tiempos muertos debía ponerme a hacer algo y decidí que podíamos hacer las piñatas. Le dije a mi esposa y juntos comenzamos a hacer de diferentes bases y tamaños”, comentó el artesano.

Modificaciones. Dijo que comenzó con las ollas de barro de menor tamaño, después la gente y sus clientes de otras entidades le pidieron cambiar el material, asegura que no es más costosa, pero la primera ya no la quieren porque al romperlas a veces los niños se cortaban con el barro.

“Era tradicional ese material y estábamos muy acoplados antes a eso, pero ahora ya no es así y la hacemos de cartón, también en un principio comenzamos a usar globos, pero cambiamos por pelotas, porque hay de varios tamaños y sólo es cosa de cortarla después que el engrudo se secó junto con el papel estraza, que es la cubierta inicial para darle forma a la estrella”, indicó.

Explicó que sus productos se ofertan en casi todo el estado, pues los mayoristas le compran desde noviembre y almacenan las piñatas para venderlas en diciembre, sobre todo antes del día 16, cuando tradicionalmente inician las posadas.

“A mí me encanta esta actividad, es de lo más divertido, además usamos mucho nuestra creatividad para combinar los colores, hacer los picos, hay quienes nos piden nueve picos o 12 y entonces tenemos que buscar la forma de que todos quepan y estamos mi esposa y yo dedicados a esto, que la verdad sí es un buen negocio del que podemos salir adelante con nuestra familia”, platicó Ángel.

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