Juan José Blanco, dueño de una carnicería, y Ramiro Enciso Navarro, comerciante de cebollas y ajos en la Central de Abasto (Ceda), coincidieron que “los mexicanos somos solidarios”, por lo que brindan una oportunidad laboral a migrantes que deciden trabajar en la Ciudad de México para solventar sus necesidades económicas, la mayoría en su proceso de ahorro para cruzar a Estados Unidos.

En entrevista con EL UNIVERSAL, ambos comerciantes destacaron que entienden lo difícil que es para los migrantes llegar a un país en el que, en muchas ocasiones, no hablan el idioma, salen huyendo de condiciones deplorables en busca de mejorar su calidad de vida y quieren tener una oportunidad, además de que sus historias de vida los hacen recordar lo difícil que suele ser también para los mexicanos cuando van a la Unión Americana.

Juan José lleva más de 25 años con su negocio en la Ceda y hoy transmite su conocimiento de cortar la carne a Jean Luxon Exavier, un haitiano de 42 años que arribó a la capital desde hace dos meses.

“Tiene dos meses que llegó solicitando trabajo a través de un conocido y decidimos darle una oportunidad, porque ha sido muy difícil para ellos, cómo están viviendo, en situación de calle. Aquí por el lado humanitario decidimos darle una oportunidad a Jean para que tuviera una solvencia en lo que llega a su punto final, que para ellos es Estados Unidos”, expuso.

“Tengo familia en Estados Unidos, cuando llegaron allá nos contaron lo difícil que es estar. Ahorita que está aquí Jean, vemos que le cuesta adaptarse; sí ves lo difícil que es para él”, explicó.

Dijo que la labor en la carnicería es de lunes a domingo e inicia a las 5:30 de la mañana; son cerca de 10 horas de trabajo. Jean es ayudante general y cotiza alrededor de 2 mil 200 pesos a la semana, además de que descansa los viernes, más comidas.

Entre las dificultades que ha tenido está el idioma; “él habla francés y sí es algo complicado, nos comunicamos con señas. Nos comenta que abrió una aplicación en su teléfono en la que está aprendiendo español. Nos tenemos que acoplar y ser pacientes tanto él con nosotros, como nosotros con él. La convivencia es muy buena”.

Juan José aseguró que Jean Luxon es trabajador, honesto y muy responsable.

Narró que entre las charlas que se han dado, más con señas que con palabras, supieron que en Haití se dedicaba al área de finanzas y vestía de traje, “nos enseña fotos de él con su familia. Y trabajaba con corbata, traje, bien vestido. Cuando veo esas fotos le digo: qué haces aquí.

“Nos comenta que había mucha inseguridad y eso fue lo que lo orilló a salirse de ahí. Se quedó allá su esposa y dos hijas pequeñas y, pues, quiere juntar dinero para traer a su familia. Quizás cambie su idea de irse para Estados Unidos y decida quedarse”, refirió.

Jean Luxon Exavier afirmó a este medio que se siente a gusto y cómodo. “Es una nueva experiencia para mí aquí en la carnicería. Me tienen mucha paciencia. Me siento muy a gusto trabajando”.

“Sé lo que se sufre, el ser migrante y estar lejos de la familia”, asegura comerciante

Otro de los mexicanos que brinda oportunidad laboral a los migrantes es Ramiro Enciso Navarro, comerciante que desde hace 41 años en la Central de Abasto oferta al mayoreo cebollas y ajos.

Compartió que él migró a Estados Unidos y entiende lo que es irse de mojado, por lo que unió a sus filas de trabajadores a Yasmani Quialan, un cubano de 33 años de edad que tiene cuatro meses laborando en la nave KL de mayoreo, sector frutas, verduras y legumbres en la Ceda.

Remarcó que de joven fue migrante. “Me calé y sé lo que es padecer, estar lejos de la familia. Recordarlos. Lo que se sufre. Hay personas que no dan empleo, a veces no hay ni para comer”, sostuvo.

“Aquí lo recibimos con los brazos abiertos”, resaltó Ramiro Enciso, quien destacó que los migrantes buscan una oportunidad para mejorar su vida, “son gente que quieren ganar más y ser libres. Hay personas que en sus países no tienen esa libertad que tenemos aquí en México”, refirió.

Indicó que el sueldo que recibe Yasmani va de los 300 hasta los 500 pesos al día, en un horario de 9:00 a 17:00 horas.

Yasmani Quialan aceptó ser fotografiado y compartir la historia que lo llevó a salir de Cuba y adentrarse a lo que calificó “una travesía”.

Apuntó que en Cuba se dedicaba a hacer baterías de autos. “El trabajo aquí es súper bueno. Limpio cebollas. El cubano está preparado para todo esto. Me movió la pobreza, el hambre, es pesado estar allá”.

Agregó que el compañerismo se muestra en la Ciudad de México. “El trato hasta ahora ha sido bueno. Además, me gusta la comida. Yo como de todo, pique o no pique. No le huyo al picante. Aquí en México se vive. Allá en Cuba, no. Hay que ganar miles para poder comer”, concluyó.

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