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Toluca, Méx.— Alexis Pérez Gascón, de 23 años, es compositor y baterista urbano que interpreta música en cubetas, tubos de PVC, comales, botellas de cristal y hasta sandalias de baño, objetos y materiales que fueron acondicionados por este músico para suplir las tarolas, platillos o bombos que no puede comprar por el alto costo que implica.

Es un artista empeñado en construir una carrera como músico callejero; su sueño es residir en Canadá, donde su actividad es considerada una profesión y podría dar una mejor vida a su familia.

“Me voy por la falta de oportunidades. Me quedaría si a alguien le gusta mi música y me quieren llamar para una banda con un sueldo seguro; sé que en Inglaterra, Australia, es una profesión tocar en las calles y mi aspiración es poder tener una vida mejor”, contó.

Las cubetas tienen un acomodo específico y algunas modificaciones, por ejemplo, para hacer el floor tom, la pone boca abajo tocando el suelo; le sigue el bombo, una cubeta con un par de tapones en las orillas, la tarola es una cubeta con un pandero adentro.

Otro de los tom es una cubeta de cuatro litros con tapones abajo; un comal es una tarola que se escucha más metálica o electrónica, un par de cencerros, un platillo, las pipas de PVC, pero mientras más largas, más grave, las más cortas son agudas.

Cómo encontró que estas herramientas dan la acústica que necesita, dice que fue fortuito, simplemente no tuvo dinero para mantener consigo sus instrumentos, los vendió en una emergencia y entonces comenzó a buscar con qué suplirlos y encontró el reciclaje.

Está en puerta el estreno de un nuevo instrumento, un “botellófono”; botellas de licor con cierto nivel de agua que dan un tono específico montadas en una base y que tardó meses en afinar.

El joven es padre de dos hijos de tres y seis años, desde hace casi ocho meses ocupa varios espacios en localidades del Valle de Toluca, como la Alameda o la Plaza González Arratia.

Vida alterna. Platicó a EL UNIVERSAL que desde los ocho años aprendió a tocar la batería, después la guitarra, tiene 16 años de carrera y únicamente tomó clases de batería, pero es lírico en el resto de los instrumentos que ejecuta.

Contó que no está interesado en inscribirse a una escuela de música, Bellas Artes u otras opciones, a cambio recurre a los libros, tutoriales y otras herramientas para mejorar su técnica.

Sentado en una especie de banco que casi llega a ras del suelo, al centro del domo del teatro al aire libre de la Alameda, comenzó a bajar de un diablito en el que transporta sus instrumentos, las cubetas y los tubos.

“Es que ser músico siempre fue lo que quise, soy el único en mi familia que se dedica a esto. La oveja negra”, sonríe, mientras cuenta que su esposa es diseñadora: egresó de la licenciatura y se empleó en un lugar donde se hacía responsable de la mayoría de los trabajos, por lo que con el dinero que obtuvieron de su música logró independizarse y montó un despacho.

Dijo que antes de decidir tomar las calles, trabajó en 10 empresas en cinco años como de cine, telemarketing, papelerías, en restaurantes de comida rápida, como volantero, en un despacho de contadores, pero “lo mío no es quedarme quieto”.

Mientras platica su historia, Alexis comienza a calentar los brazos con un par de baquetas que suenan sobre los botes de pintura amarrados con un lazo y los tubos de PVC.

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