El sonido de la alerta era el mismo pero no las caras de angustia ni el caos en la ciudad. Hace un año, el 19 de septiembre , la gente que trabajaba en la Torre Mayor veía desde las alturas cómo los edificios alrededor se mecían, como si estuvieran a punto de sucumbir al terremoto. Esta tarde, las nueve mil personas que cada mañana ingresan a sus muros, evacuaron el inmueble sin mayor contratiempo como parte del Macrosimulacro en la capital.

Como ocurrió en toda la ciudad, para conmemorar el aniversario del 19-S, en la torre que se alza en Paseo de la Reforma comenzó a sonar la alerta sísmica a las 13:16. El equipo de seguridad estaba ya preparado para la evacuación, que duró 28 minutos. Era el tiempo estimado que calculaba el Ingeniero Felipe Flores, director de operaciones de la Torre.

Con más de 55 pisos y 225 metros de altura, la Torre Mayor es el tercer edificio más alto de México y también uno de los más seguros. Esta seguridad se garantiza, de acuerdo con Flores, mediante el mantenimiento de la estructura, con equipos certificados, realizando pruebas de funcionamiento cada tres meses y estar en constante comunicación con los administradores de las empresas que tienen sus oficinas en la torre.

El edificio cuenta con amortiguadores que disipan la fuerza, en cuanto se registra actividad sísmica, “empiezan a moverse, pero no se mueve la estructura”.

Un simulacro a más de 200 metros de altura
Un simulacro a más de 200 metros de altura

“Me siento más segura aquí”

Arlett Núñez lleva trabajando siete años en el piso 11 de la torre. “Me siento más segura en el edificio que al evacuar”, aseguró sobre el inmueble. Del terremoto del año pasado recuerda más bien el caos alrededor.

“Realmente el pánico fue ver los demás edificios, no se sintió tanto el movimiento. El impacto fue ver cómo los edificios alrededor se sacudían, cómo salía el polvo, parecía que estaban a punto de caerse”.

Este año ningún edificio se movió. Sólo se veía una interminable fila de personas saliendo de la torre y ubicando su zona de seguridad sobre el camellón de Paseo de la Reforma. La evacuación se hizo en bloques. El edificio se dividió en cinco zonas y cada minuto se evacuaba cierto número de pisos, de abajo hacia arriba.

Los únicos ajenos a lo que ocurría alrededor eran los bebés de una guardería que descansaban en los cuneros o en los brazos de las mujeres que los cuidaban. “Hicimos el repliegue con los pequeños, luego la evacuación, nuestra guardia sacó las cunas y estableció el área donde teníamos que quedarnos”, explicó Marcela Rodríguez, una de las trabajadoras de la guardería.

Un simulacro a más de 200 metros de altura
Un simulacro a más de 200 metros de altura

Rodríguez no estuvo en el sismo del año pasado, pero sí estuvo su compañera Diana Fernández. Para ella, vivir un terremoto así, aun estando en uno de los edificios más seguros, “no te hace inmune al miedo”.

Para el ingeniero Flores, lo importante es tener conciencia de que debemos trabajar en equipo para ponernos a salvo. “Debemos respetar los sismos, estar preparados para ellos, pero no por eso debemos tenerle miedo a las grandes alturas y a las grandes construcciones”.

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