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Tras 20 años de tener su negocio en la zona centro de la Ciudad de México, Javier, como quiso ser llamado por cuestión de seguridad, perdió todo por las extorsiones que sufrió por el Cártel Unión de Tepito.

En entrevista con EL UNIVERSAL, señala que la crisis en la zona inició en 2016, cuando fue asesinado El Japonés, quien se encargaba de cobrar piso sólo a los vendedores de droga, falsificadores y otros sujetos que se dedicaban a cometer algunos ilícitos, pero los locatarios no eran afectados.

Sin embargo, tras la muerte de este personaje llegó Omar Sánchez Oropeza, conocido como El Gaznate, quien inmediatamente concentró a diversos jóvenes que le debían dinero por cuestiones de droga y comenzó con la extorsión, algunos de los adolescentes dieron aviso de las cuentas de algunos negocios donde trabajaban e incluso de asociaciones de taxistas que eran del lugar.

En el caso de Javier, fue involucrado por un joven de 16 años, quien aseguró que ganaba 20 mil pesos diarios o más, por lo que tenía el perfil para pagar mensualmente una cantidad, iniciando con 15 mil pesos.

“Un día iba llegando a mi casa y me marcan, me dicen que alguien ya me puso, que ya valí madres y que le tenía que entrar con 300 mil pesos para que no me hicieran nada, para seguridad, pero ellos sabían que estaba llegando a mi casa, me lo hicieron saber, yo salgo y no detecto a nadie; me dicen que yo era el dueño del negocio, sabían que ganaba 20 mil pesos diarios, yo les digo que sólo soy el encargado, y entonces me preguntan que si le están diciendo mentiras, que si mata al chismoso, yo le digo que sí y entonces contesta uno de mis trabajadores y me ruega: ‘no, no, no, soy yo’”, explica Javier.

Al día siguiente, mientras trabajaba en su local, llegó una camioneta blanca y bajaron unos sujetos armados, lo obligaron a subir al vehículo y lo llevaron a la oficina de Omar Sánchez, quien le comentó que tendría que cumplir con sus reglas o atenerse a las consecuencias.

Esta situación generó miedo en Javier, principalmente por su familia, pues podrían ser ellos las víctimas, por lo que decidió pagar 300 mil pesos al grupo de extorsionadores y después cumplir con las cantidades pactadas, pero acudió a presentar una denuncia ante la agencia del Ministerio Público en la colonia Guerrero y ahí no le dieron la garantía de su seguridad.

“Fui y me tuvieron esperando unas horas, se acercaban a mí para disuadirme de denunciar, me esperé un momento, pero después entendí que ellos también estaban involucrados, porque al decir el nombre de estas personas, ellos me amenazaban que Omar ya sabría mi nombre e incluso tendría copia de mi credencial de elector, por lo que decidí irme y ya no intentarlo más”, recuerda.

Al sentirse inseguro y no tener el apoyo de las autoridades, Javier prefirió irse de su negocio e incluso cambiar de domicilio, pues no estaría segura su familia, ahora renta e intenta recuperar su vida, aunque no ha logrado conseguir un empleo para solventar sus gastos.

“No tengo negocio, se repartieron las cosas que dejé y la señora que me rentaba permitió que se robaran todo y lo malo es que nadie hace nada por solucionarlo, hay operativos e incluso detenidos, pero siempre salen y los que van a cobrar el dinero siempre son menores, y ¿cómo les compruebas que son ellos?”, denuncia.

La presión sólo la aguantó unos meses, sin embargo, hay comerciantes que han tenido que soportar por años, e incluso algunos han perdido la vida al no poder cumplir con las exigencias de este grupo criminal.

“Yo agradezco que estoy con vida y aunque perdí 20 años de mi trabajo, mi familia está bien, espero que se pueda limpiar esa zona; aunque a cuatro calles esté el Zócalo, se vive una ola de violencia”, concluyó.

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