La mañana del 19 de septiembre de 1985 , un sismo de 8.1 grados sacudió a la Ciudad de México ... alrededor de 300 inmuebles, entre hoteles, edificios de departamentos, hospitales y escuelas, se vinieron abajo; se calcula que alrededor de 6 mil personas murieron. Entre los escombros, además de rescatistas con experiencia, ciudadanos se dieron a la tarea de ayudar a sus iguales, así lo hizo José Luis, quien, junto a sus amigos, de entre 14 a 19 años, recorrió la capital del país para ayudar en lo que estuviera en sus manos.

A 32 años de la tragedia, el hombre, quien ahora se desempeña como profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México , cuenta su experiencia a EL UNIVERSAL .

José Luis tenía 15 años, y vivía con sus padres en una casa de la colonia San Rafael de la delegación Cuauhtémoc , en el cruce de las calles Miguel E. Schultz y San Cosme .

La tranquilidad del hogar del hombre, como la de muchos otros, se vio interrumpida por un "movimiento bastante brusco y muy largo".

"Ya había sentido otros temblores; yo no tenía miedo, estaba asombrado, estupefacto" dice José Luis en entrevista con EL UNIVERSAL. El sobreviviente cuenta que el movimiento de la tierra le impedía mantenerse en pie, y que sus primeros esfuerzos se concentraron en evitar que los adornos, los libros y los muebles de su casa se cayeran: "Los candelabros se movían de un lado a otro y se estrellaban con el propio techo".

La casa del entonces adolescente no sufrió ningún daño de consideración. Sus padres le pidieron salir e ir a verificar que su abuela, quien vivía en una vecindad que se encontraba en el cruce de Serapio Rendón y Antonio Caso , se encontrara bien.

"A la vuelta de la esquina, en la calle de Serapio Rendón y Alfonso Herrera, había un conjunto de tres edificios con elevador que tenía menos de ocho años", recuerda el entrevistado. Uno de los inmuebles se derrumbó por completo y quedó reducido a "un montón de escombros"; tres pisos de otro, que tenía siete, se vienieron abajo. En el inmeble que se cayó por completo vivía un amigo de José Luis, quien estudió con él en la secundaria, la cual habían dejado en julio de ese año.

"Cuando yo veo que los edificios más nuevos de la colonia se habían caído, yo pensé que mi abuela había muerto", rememora el profesor, "Corrí cuadra y media a casa de mi abuela y no le había pasado nada a la vecindad".

LA TRAGEDIA ALCANZÓ A UNO DE SUS MEJORES AMIGOS 

Tras comprobar que su abuela se encontraba en buen estado, José Luis regresó a su casa, y sin dar detalles de la condición de los inmubles que habían sufrido daños en la zona en la que vivía, acudió, junto a algunos de sus vecinos, de entre 14 y 19 años, al sitio en el que vivía su amigo de escuela: "Fuimos a tratar de quitar piedras y ladrillos con las manos".

El sitio olía a gas y había fugas de agua; personas en pijama formaron cuerdas con cobijas y trataban de salir por las ventanas de los edificios que no se habían caído por completo.

Después, José Luis se enteró de que su amigo había sobrevivido porque él y sus dos hermanos varones salieron temprano de casa para ir a la escuela, acompañados por su papá, no obstante, la madre de la familia y dos de las hermanas quedaron en la parte alta del inmueble, que se derrumbó por completo. En ese sitio murieron.

Luego de algunos años, los miembros esta familia que sobrevivieron al terremoto se fueron a vivir a otros estados de la República. El lugar en donde estaban los dos edificios dañados del entonces "nuevo" condominio, ahora es utilizado como estacionamiento.

JÓVENES SE CONVIRTIERON EN RESCATISTAS 

Alrededor de tres horas después del terremoto, a la zona afectada de la colonia en donde vivía José Luis "empezaron a llegar militares con picos y palas. No nos decían que nos hiciéramos a un lado, pero la verdad, ellos tenían más experiencia y sabían organizarse más... la verdad es que uno les estorbaba".

José Luis recuerda que jóvenes empezaron a concentrarse en las oficinas del entonces Consejo Nacional de Recursos para la Atención de la Juventud (CREA) , hoy IMJUVE , para ofrecer su apoyo. A ese lugar fueron José Luis y su "pandilla" de amigos.

A los muchachos los llevaron al cruce de Serapio Rendón y Sullivan, en donde estaba el edificio de la Ruta 100: "Empezaron a concentrarnos (en camiones) para ir a ayudar, nos subían a varios jóvenes, y ´orale´, váyanse a donde puedan".

Aproximadamente a las 16:00 horas de aquel fatídico 19 de septiembre, José Luis y sus amigos acudieron a la Clínica de los Voceadores , en las inmediaciones de la colonia Guerrero : "Se había caído el hospital y había un atrapado".

El entrevistado recuerda que en lugar nadie hacía ruido para tratar de localizar a la persona que quedó sepultada: "No había cómo moverse, metieron manguera y le proporcionaron oxígeno de un tanque; era uno que estaba enfermo y había quedado atrapado, era un voceador".

En el lugar, el grupo de José Luis se dedicó a cargar piedras, pasarlas mano a mano para retirarlas; a martillar, a partir lozas...

"Cállense, no pisen ahí", les indicaban rescatistas a los muchachos a medida que iban apareciendo personas entre los escrombros.

Más tarde, el ahora profesor y su "pandilla" se dedicaron a repartir comida, desde fruta hasta tortas, que otros habitantes de la Ciudad afectada donaban.

"ERAN DE NUESTRA MISMA EDAD..." 

La noche del 19 de septiembre, José Luis y sus amigos fueron enviados a una secundaria que se había caído en avenida Chapultepec.

En el lugar, rememora el hombre, habían quedado atrapadas varias personas, entre éstas estudiantes que habían llegado temprano a la escuela.

"Nos querían para sacar cuerpos", narra José Luis. A los miembros de su "pandilla" les pidieron hacerse paso entre los escombros para aplicar un líquido a los cadáveres de los adolescentes que murieron: "Eran de nuestra misma edad, niños".

José Luis y sus amigos se negaron a realizar la tarea por "miedo" y por "respeto"; al final sólo "removimos escombros, esa parte de preparar cuerpos no".

EL TERREMOTO SORPRENDIÓ A MUCHOS EN EL BAÑO 

El 20 de septiembre, un día despues del sismo, José Luis se pasó buena parte del día acarreando hielo.

Cerca de la Unitec de Cuitláhuac hay una fábrica de hielo. En ese sitio donaron muchos bloques, que fueron enviados en camiones a un estadio de baseball ubicado en la colonia Narvarte, sitio al que fueron llevados los restos de las víctimas. Cabe mencionar que en ese sitio se encuentra hoy en día el centro comercial Parque Delta .

"Había muchos cuerpos sobre el pasto del estadio; estaban los cuerpos desnudos, no les reconocías el rostro, algunos como hinchados, la gente iba caminando, buscando y tratando de reconocer a sus familiares", describe el profesor.

Debido a que temblor sucedió a las 7:19 horas, muchas personas se preparaban para ir a sus trabajos y escuelas; José Luis supone que muchos cadáveres correspondían a "gente que se estaba bañando".

El hombre recuerda un cuerpo en particular: el de un varón que quedó atorado en un WC. Así estabá el cadáver, atrapado todavía en la taza del baño.

"El problema era el sol que empezaba a hacer, empezaba a oler feo".

FAMOSOS AFECTADOS POR EL TERREMOTO 

José Luis también visitó un edificio en la colonia Roma que "no quedó completamente derruído, pero sí se había caído una parte". En ese lugar, asegura el entrevistado, vivía el cantante Rigo Tovar .

Rigo Tovar no estaba en la casa al momento del desastre natural , pero su hermano sí falleció en el lugar.

En un sitio de fans en Facebook dedicado al músico fue publicada una actualización el 19 de septiembre de 2013: "Un día como hoy, pero de 1985, muere en el Terremoto de la Cd. de México Everardo Tovar García , hermano y administrador de las giras de Rigo Tovar y su Costa Azul".

José Luis también tuvo la oportunidad de visitar Tlatelolco. Supo de la presencia del tenor Plácido Domingo , quien perdió a sus tíos, a una prima, y a un sobrino de meses, en el edificio Nuevo León , que quedó reducido a escombros.

EN TLATELOLCO 

El hombre estuvo en el edificio Chamizal , que no se cayó, pero resultó dañado.

El entonces joven ayudó a desalojar a la gente y a cargar muebles en camiones de mudanza. Tras ver dañado su hogar, muchos optaron por irse a provincia, "algunos al norte, otros a Querétaro..."

LA TIERRA NO DIO TREGUA 

Del terremoto se registraron varias réplicas; la de mayor consideración tuvo lugar el 20 de septiembre, alrededor de las 19:30 horas. Se calcula que la intensidad de este sismo fue de 7.5 grados en la escala Richter.

José Luis ya estaba en su calle cuando la Ciudad se volvió a estremecer: "Toda la gente salió de sus casas, nadie quiso dormir adentro; invadieron el parque está en la calle de S an Cosme y Ciprés, ahora Jaime Torres Bodet . Todo mundo durmió ahí con tiendas de campaña y lo que se pudo, nadie se quiso meter a sus edificios".

"HABÍAN ABUSADO" EN LA CONSTRUCCIÓN DE EDIFICIOS 

A más de 30 años de la tragedia, José Luis reflexiona. Considera que para poder transitar por las calles de la Ciudad de México pasó alrededor de un mes.

El hombre recuerda que el entonces regente, Ramón Aguirre Velázquez, inició con un plan de renovación habitacional que se extendió por varios años: "Empezaron a tumbar vecindades y a construir casas de interés social a bajo costo".

"Habían abusado", dice José Luis sobre las desarrolladoras de muchos de los edificios que se vinieron abajo. Señala que, por ejemplo, en uno de los inmuebles cercanos a su casa se tenía permiso de construir cinco pisos "pero metieron ocho con elevador".

El detalle recuerda a la situación actual. Basta recorrer la capital del país para percatarse de la presencia de grandes edificaciones: "Los veo mucho más altos, más peligrosos".

En las últimas semanas, las intensas lluvias ocasionaron que el pavimento se reblandeciera y aparecieran varios socavones en las calles de la hoy CDMX: "Cuando un socavón no sea en el pavimento pero sí en el cimiento de esos edificios...", advierte José Luis, sin embargo, dice estar consciente de que las técnicas de construcción y los permisos cambiaron.

José Luis ha notado que en algunas de las casas que fueron afectadas durante el sismo se han construido departamentos; entre sus conocidos comenta "´¿Te acuerdas de aquella casa porfiriana que quedó mal en el terremoto? Ahora tiene seis pisos y metieron 80 departamentos´. Les dejan la fachada de antes y construyeron lo nuevo".

SIEMPRE HAY QUE ESTAR ALERTA 

El jueves 7 de septiembre de 2017, un terremoto de 8.2 grados afectó al norte y al sur del país; algunos edificios de la capital, en la que pudo escucharse la alerta sísmica, resultaron dañados, pero ninguno se derrumbó. No obstante, algunas comunidades de Oaxaca, Chiapas y Tabasco quedaron devastadas, y casi un centenar de personas murieron.

José Luis reflexiona que antes del sismo de 1985 "no había nada de protección civil ni cultura de la prevención; el gobierno no supo qué hacer".

"ESE TEMA NO SE TOCA, FUE MUY TRISTE" 

En algunas ocasiones, José Luis visita la casa en la que vivió cuando era un muchacho; algunas veces se encuentra con quienes trabajó mano a mano para ayudar a quien lo necesitara, pero una es la tendencia: "Ese tema no se toca, fue muy triste, eran muertos de nuestra edad. Ayúdamos lo más que pudimos, entre nosotros no hemos vuelto a platicar de ello. Eramos una pandilla de entre 18 y 20 chamacos, de entre 14 y 19 años".

José Luis tiene 12 años de casado con su esposa Flor; ella se enteró de la labor de su marido apenas hace un año, y por casualidad, gracias a una publicación en Facebook en la que se reconocía al hombre por su valentía en aquellos días.

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