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Los nuevos damnificados del sismo del 19 de septiembre aún no están contabilizados oficialmente. En la delegación Benito Juárez hay al menos tres campamentos de vecinos, cuyos inmuebles resultaron afectados o están calificados como inhabitables. Estas personas duermen sobre la calle, a un costado de sus viviendas por temor a que éstas sean saqueadas y esperan que las autoridades les indiquen cuándo pueden recoger sus pertenencias, o cuándo les darán un apoyo económico para rehacer su vida.

Don Juan Carlos y otro grupo de vecinos hacen guardias cada dos horas sobre la calle Zapata casi esquina con Tlalpan. Su vista es su inmueble dañado, con el número 252, y las coronas de flores que fueron colocadas en honor a las víctimas del derrumbe en un edificio de la calle Petén.

Con 60 años, Juan Carlos es el administrador y habitante del 252, un inmueble con tres torres, donde solían vivir más de 300 familias. “Ya llevamos semana y media y no encontramos solución. La autoridad mantiene que el edificio es de alto riesgo... las ayudas no llegan, nadie explica nada y no sabemos la verdad a qué le tiramos. Nadie se nos acerca y nos dice qué va a pasar”.

Por el momento, el flujo vehicular de la avenida donde está su casa permanece cerrado, y algunos oficiales resguardan la zona; pero con el tiempo, se acumulan en el calendario las noches que duermen en albergues cercanos o en casas de conocidos y familiares. Los vecinos de Don Juan Carlos están organizados, continúan pagándole a dos guardias de seguridad para que desde la avenida vigilen sus propiedades: “Hay 114 departamentos, todos en problemas, dos locales comerciales que no pueden trabajar... además tenemos otro peligro, hay gente de organizaciones políticas que están buscando estos lugares abandonados para meterse y luego para sacarlos... es casi imposible”. Además, han contemplado que pagarían cerca de 100 mil pesos para un estudio que les indique si la estructura del edificio es segura o no; después de eso, tal vez esperarían dos años en lo que se hacen las labores de reconstrucción.

Tres calles después, hay un campamento con lonas rojas y azules. Ahí vive, desde el 19- S, Dylcia Santiago, sus tres hijos y su esposo, así como otras familias de los departamentos de Xochicalco 833. “A partir del temblor el edificio quedó totalmente dañado, no pudimos bajar nuestras cosas. En realidad, somos más de 60 familias que vivíamos ahí”. Dylcia y sus vecinos comen de lo que los voluntarios de la zona les llevan como donación.

La mujer de 30 años era dueña de uno de los departamentos desde hace 30 años, y dice que ese edificio ya había sido dañado por el sismo del 85. “Entre los vecinos íbamos arreglando los detalles que tenía y tratábamos de tenerlo bien”. Asegura que Protección Civil y otras autoridades han ido a la zona para hacer una recomendación o reubicarlos.

A minutos de distancia, en la misma delegación, está el domicilio 517 en la calle Tokio, casi esquina con Emperadores. Esa vialidad permanece cerrada, porque la unidad habitacional con tres torres está en riesgo de colapso. María de Lourdes Enriquez perdió su casa. Vivía en la segunda planta de la torre dos. Fue después del sismo que este edificio cayó y el primero, visible sobre la acera, se mantiene de pie gracias a polines.

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