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Como pregoneros de barrio, gritándose por casi dos horas “¡bruja!”, “¡espurio!” e “¡ilegal, ilegal!”, hasta casi desgañitarse, es como ayer diputados de Morena convirtieron el recinto de la Asamblea Legislativa en una verdulería, donde por suerte esta vez no hubo violencia física entre los legisladores, pero sí forcejeo por tratar de hacer valer su visión de la ley.

Protestaban lo que consideraron una imposición del diputado del Verde Ecologista de México Fernando Zárate Salgado al frente de la Mesa Directiva del órgano legislativo.

Atrás, los asambleístas de las bancadas del Partido Acción Nacional (PAN) y del Partido Revolucionario Institucional (PRI), como meros observadores en donde a gritos parecía que se vendía al público todo tipo de frutas y verduras, pero en realidad se trataba de dictámenes e iniciativas que competen a la Ciudad de México y que fueron avaladas en medio del borlote que imperaba en el recinto.

Ahora sí, literalmente, los asambleístas del Partido de la Revolución Democrática (PRD) madrugaron a los de Morena.

Para evitar que en la Mesa Directiva tomara asiento la morenista Flor Ivone Morales, desde las siete de la mañana los perredistas Iván Texta y Luis Alberto Chávez llegaron puntuales a Donceles y Allende.

El vicecoordinador de la bancada del sol azteca, Raúl Flores García, hasta agradeció al término de la sesión que estos diputados, junto con Rebeca Peralta León, hayan llegado muy temprano e impedido la toma de la Mesa Directiva.

Sin mayor problema, Texta y Chávez se sentaron en el lugar de la presidencia. Nadie les dijo nada, el personal de resguardo tampoco. Los legisladores de Morena lamentaron el actuar de sus compañeros, pero tampoco hicieron mayor mutis.

El espectáculo arrancó a as 10:45 de la mañana, cuando de manera triunfal subió Fernando Zárate a ocupar su lugar como presidente de la Mesa Directiva de la Asamblea, aunque su semblante realmente no era de gran satisfacción. Se le notaba molesto, pues antes tuvo que ejercer presión para que no lo quitaran o mejor dicho, lo bajaran.

A primera hora, la morenista Flor Ivone Morales había declarado que renunciaba a presidir la Mesa Directiva, para destrabar lo que consideró una parálisis legislativa.

Abajo la esperaban César Cravioto, Alfonso Suárez del Real y demás asambleístas de su bancada.

La morenista María Eugenia Lozano ya hasta se había tomado tres tazas de café —las mismas que estaban en su curul— y se quejaba de que su bebida se había enfriado.

Fue justo cuando se abrió la sesión en voz de Fernando Zárate cuando el pleno se volcó en el desorden. La invitación del diputado del Partido Verde Ecologista a sus homólogos de oposición a comportarse en congruencia con civilidad política fue completamente ignorada.

Los 13 megáfonos que sacaron del piso los morenistas simple y sencillamente no permitieron escuchar las indicaciones, ni siquiera que por instrucciones de la presidencia, la secretaria Francis Pirín Cigarrero les anunciaba que serían sometidos a una serie de amonestaciones, que van desde la disminución de su dieta —de casi 52 mil pesos mensuales— hasta un apercibimiento.

A los morenistas no les preocupó en lo más mínimo; total, de su salario no ven más allá de la mitad porque desde hace tiempo viven donando para las universidades que ordenó Andrés Manuel López Obrador.

En ese momento no fueron señalados los morenistas Néstor Núñez, Juan José Briones y Darío Carrasco, ligados al jefe delegacional en Cuauhtémoc, Ricardo Monreal Ávila, porque no se prestaron a gritar con los megáfonos, aunque después sí decidieron hacerle segunda a sus compañeros sosteniendo unas mantas en contra del jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera.

Lozano Torres gritaba fuerte y hacía caso omiso a las indicaciones de José Alfonso Suárez del Real, quien le pedía no denostar a las perredistas. Ella fue la que empezó a gritar “¡bruja! ¡bruja!”, mientras su compañero le decía que se trataba sólo de gritar “ilegalidad”; en tanto, Cravioto Romero lanzaba sendas miradas a quien corregía a la morenista porque a su consideración éste no gritaba lo suficientemente fuerte.

El pleno se volvió un completo caos, no se entendía nada, puros gritos, manotazos e indicaciones de perredistas como Mauricio Toledo que le daban línea a Fernando Zárate de cómo debía conducirse.

De pronto, llegó el consejero Jurídico y de Servicios Legales, Manuel Granados. Fue directo con el presidente de la Comisión de Gobierno, Leonel Luna, y le entregó un oficio. Esto provocó confusión entre los asistentes en el pleno, pero pasó pronto porque se supo que era la terna enviada por el mandatario local para elegir al nuevo titular de la delegación en Venustiano Carranza.

Mientras, la sesión continuaba a base de gritos sin entender si quiera lo que se estaba aprobando.

Dos horas más tarde, ya sin pilas en los megáfonos, los diputados de Morena decidieron marcharse. La lucha la emprenderán en el Poder Judicial. Por ello y sin más, el líder de la bancada, olvidándose de aquella célebre frase: “Al diablo con las instituciones”, aseguró que defendería la institucionalidad; además, anticipó que todo lo que se apruebe por el pleno en noviembre quedará invalidado, por ser ilegítimo e ilegal.

Ya sin voz por tanto gritar, Cravioto opinó que no existe el menor viso de legalidad e institucionalidad en esta Legislatura, donde a todas luces sigue imponiéndose el mayoriteo de PRD, PAN y PRI, que terminan haciendo lo que quieren y en contra de las normas de la Asamblea.

Aprovechó para decir que aunque los llamen rijosos se mantendrán del lado de los que perdieron todo con el sismo del 19 de septiembre pasado; por lo que no avalarán un dictamen que sólo podría dejar incertidumbre con la ley de reconstrucción y transformación de la Ciudad.

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