De tras de la puerta José escucho la conversación de las comadres, todas lo habían saludado, e incluso intercambiaron algunas palabras con el muchacho antes de adentrarse a la cocina de Magdalena. Las mujeres pronto olvidaron que el joven estaba detrás de la puerta, así es que cuando escucho decir a Florentina que todas las buenas mujeres tienen derecho a varios años de viudez, se asomó sigilosamente para recordarles que estaba ahí.

El chismorreo continuó
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Bueno, hijo, trató de justificar Zenaida, es que como decía mi madre los hombres nacen mañosos y testarudos, son impositivos y luego medio atenidos, aunque no decimos que todos sean iguales, hay sus honrosas exposiciones, ahí ves a tu abuelito Nachito, que siempre estuvo al pie del cañón cuidando a tu abuela, pero… ese era amor del bueno, de ese que casi no se da.

El chismorreo continuó
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A quien no le hubiera gustado estar en los zapatos de doña Domi, ella placida siempre, nunca se despertó antes de las nueve de la mañana, primero porque había pasado mala noche de amamantar al chamaco en turno, no más tuvo ocho, así es que estaba agotada permanentemente, pero don Nachito la relevaba a temprana hora para que ella repusiera algo de sueño, así es que daban las nueve y ella roncaba, los hijos crecieron y algunos hasta se casaron y ella siguió fiel a la costumbre, total para que despertar temprano a empujar al mundo para que este funcione si hay miles queriendo hacer lo mismo y en una de esas, como ella misma confesaba, quizá si se incorporaba a tratar de echar a andar el día, igual y estorbaba, pero el marido la consentía y sin ningún problema en punto de las nueve le llevaba su juguito de naranja recién exprimido.

El chismorreo continuó
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Ya listo para salir a trabajar el generoso hombre abría un poco las persianas para que Juana la cocinera, le sirviera el desayuno a su amada esposa, café y un par de huevos tibios, con dos rebanadas de pan de caja, la mujer nunca cambió de menú matinal.

Eso sí, continuó Zenaida, a eso de las diez de la mañana tanto la cocinera como la famosa Domi iniciaban con el ritual de preguntas y respuestas para hacer el menú de la comida, claro que el hombre ya se había ocupado de ir al mercado el domingo y solo quedaba que Juana le dijera a la mujer con que ingredientes contaba para elaborar la comida del día.

Así el asunto quedaba en manos de las mujeres de la casa y don Nacho fingía que todo había sido obra de ellas.

El chismorreo continuó
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Para hoy decía, Juana, tenemos carne de lomo de puerco, frijoles, aguacate, naranjas, jitomate, verduras como zanahoria, elotes, ejotes, calabazas, chayote y chile poblano; desde luego que tenemos arroz, así es que usted dígame señora, que hago de comer.

Mientras decidía la mujer, Juana aprovechaba para relatar algunos acontecimientos familiares: que, si Lupita no se dejaba hacer las trenzas para ir peinada a la escuela, que, si José ya andaba cortejando a alguna muchachita, en fin, era como el parte militar para que doña Domi tuviera el control de todo y tener motivo de platicar en la comida.

El chismorreo continuó
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Finalmente, la mujer decidía, no antes de preguntar cómo iban las cosas, en la cocina, la respuesta siempre era la misma bien señora todo en orden, hoy comeremos sino tienes inconveniente sopa de verduras, arroz blanco, frijoles negros bien refritos y revueltos con nata, de esas natas que me dijiste el otro día que estabas juntando, y haces guacamole y el lomo en carnitas; creo que con lo que tienes en el refrigerador está solucionado el día, concluía la mujer, entonces antes de retirarse Juana, preguntaba, le parece bien que el agua de hoy la hagamos de melón, si claro contestaba la mujeres con un aire de complacencia, esa escógela tú.

El ritual se llevó al cabo durante muchos años, en realidad era un juego. ¡Claro! Interrumpió José, mi abuela siempre estuvo consentida por todos hasta por Juana, solo era parte de un ritual y una complicidad entre mujeres, así son ustedes ¿Verdad? Se ayudan de manera muy sutil ¿Con que fin están haciendo ese mole? Preguntó intrigado, las tres mujeres vieron como si estuvieran a punto de ser descubiertas.

El chismorreo continuó
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