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Elizabeth perdió un hijo de 15 años de edad y a su hermano de 28 años, ambos aparecen en la lista que documenta los 127 suicidios ocurridos en Aguascalientes en 2016; las causas, dice, son una dolorosa inquietud en la familia. El padre de su primogénito también tomó la misma decisión.

Platica que la partida de sus seres queridos trajo a su familia angustia, dolor y hasta cargos de conciencia. Buscaban una respuesta que —dice— no se tiene.

Las autoridades plantearon hipótesis relacionadas con las drogas en el caso del menor y con una decepción amorosa y depresión en el adulto. “No sabemos por qué lo hicieron”, comenta.

La madre de Elizabeth se enfermó, en ella no había consuelo, sólo desesperación. El apoyo sicológico del DIF mejoró su estado emocional, pero la pena no acaba.

Elizabeth, de 36 de años, tiene su vivienda en el fraccionamiento San Marcos. Dice que ha alcanzado la tranquilidad por su fe. “Yo le entrego mi hijo a Dios, él sabe por qué hace las cosas”.

Su hermano Néstor Raúl era albañil, se enamoró de una mujer de 40 años con quien parecía tener una buena relación; un día fueron a la feria y se puso muy mal al verla bailar con otra persona; comenzó a lacerarse las manos, lloraba y a los pocos días fue hallado suspendido en su cuarto, con un mensaje en el que se despedía y expresaba querer mucho a su madre y a su novia.

Aún seguían en duelo por la muerte de Néstor Raúl, cuando el 1 de agosto Elizabeth recibió una llamada de Estados Unidos en la que le comunicaban que Miguel Ángel Ruvalcaba, el padre de su hijo mayor, se había quitado la vida.

A los pocos días, describe, “mi hijo empezó a drogarse con pastillas y agredía a su abuela porque no le daba dinero y golpeaba a sus hermanos menores”.

Elizabeth menciona que como una opción de rehabilitación ingresó a Miguel Ángel al anexo Prisioneros Liberados, el sábado 24 de septiembre y al amanecer del domingo le avisaron que el muchacho había utilizado una cobija y la litera en la que dormía y había muerto.

Vidas son números. En Aguascalientes a las personas que se suicidan se les identifica por números. A Jorge Alejandro Márquez, de 50 años, le asignaron el 50; a su hijo de 11 años del mismo nombre, el 45; ambos fueron encontrados suspendidos en el interior del mismo domicilio en la colonia Buenos Aires, con 15 días de diferencia. El 28 de abril dejó de existir el niño y el 13 de mayo el papá.

El presidente del Colegio de Psicólogos de Aguascalientes, Aurelio Coronado, desaprueba que los casos que ocurren sean difundidos con sensacionalismo como números, cuando son vidas las que se pierden. “Se reportan los hechos como suicidios cuando no se ha hecho una investigación adecuada”.

De acuerdo con las estadísticas oficiales, Aguascalientes está entre los tres primeros lugares de estadísticas en suicidio, desde hace una década.

En 2012 fueron 116 suicidios, mientras que en 2013 sumaron 113 y en 2014 bajó a 111 casos, pero a partir de entonces fue en ascenso: en 2015 hubo 126 casos (105 hombre y 21 mujeres), para 2016 se contabilizaron 127, el 81.1% hombres y 18.9% mujeres; en 2017 van 96, entre las víctimas hay una niña de nueve años y un menor de 11.

El especialista menciona que en la entidad se han pasando una década pensando en cuáles son las variables asociadas a que en Aguascalientes se suiciden más que en otras regiones, cuando está muy estudiado que son las mismas en todo el mundo.

“Decir que Aguascalientes es un caso en particular nos vuelve a llevar al mismo problema, que es el agua, que es la comunidad, que es la industrialización, nuestra sociedad, es información a medias”.

La respuesta es que las políticas públicas tienen 10 años que no son efectivas, que no se han aplicado recursos suficientes y los problemas no se resuelven hablando.

Los suicidios, agrega, tienen que ver con nuestros programas de detección y de tratamiento de personas con problemas de salud mental, cuestiones de violencia y redes de apoyo comunitario, que son cosas que se deberían hacer, pero como que el Estado no ha leído la literatura adecuada.

Lo más reciente que ha hecho gobierno del estado es un programa denominado “Ámate, esta es la señal para ser feliz”, intersectorial, que no corresponde a una política pública.

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