Las universidades públicas del país, se han vuelto cada vez más inaccesibles , pues hay carreras como las de Medicina, Odontología y Arquitectura, donde ya no hay hijos de asalariados por altos costos de las colegiaturas y materiales , expuso el doctor, Juan de Dios Sánchez Martínez, participante en el movimiento estudiantil que surgió hace 50 años, “en contra de un proyecto privatizador de la educación”, impulsado por el entonces gobernador, Eduardo A. Elizondo Lozano.

Sánchez Martínez, y la maestra jubilada, Lilya Palacios Hernández, acudieron a entregar al Consejo Universitario y a la Rectoría de la UANL, una solicitud del “Colectivo 9 de Marzo”, para recuperar la memoria de la lucha que la comunidad universitaria inició un día como hoy pero de 1968, luego que Elizondo publicó un plan para que cada estudiante pagara el cien por ciento de su educación superior, lo que hubiera impedido la formación de miles de profesionistas , incluyendo muchos que hoy son maestros y directivos de la Universidad.

Sánchez Martínez, quien participó entonces como representante alumno de la Facultad de Medicina, recordó que a la propuesta de Elizondo hubo una respuesta inmediata que logró derrotar el proyecto después de Nuevo León, se pretendía extender a todas las universidades del país, imitando el modelo de Estados Unidos, donde al salir, “ los egresados quedan endeudados de por vida”.

La comunidad estudiantil y magisterial proponía que la Universidad fuera democrática, crítica, accesible económicamente a todos los estudiantes y la financiara el Estado al cien por ciento, con un presupuesto anual garantizado por el Congreso.

Si bien hubo un triunfo inicial, que permitió la autonomía universitaria entre otros logros, “a 50 años de distancia, las universidades públicas del país se han estado privatizando de manera soterrada porque e l costo de la educación es altísimo, en Medicina, Odontología o en Arquitectura ya no hay hijos de obreros o campesinos, y esto es atentatorio y discriminativo conforme al artículo primero Constitucional”.

Explicó que el acceso es casi imposible por las cuotas generales que se pagan en Rectoría y las internas en cada escuela o Facultad, y porque “se obliga a los alumnos a comprar manuales, paquetes de libros, batas, todo un gasto excesivo y además poco transparente”.

Asimismo, expuso, “más del 60 por ciento de los profesores estamos en nóminas como trabajadores eventuales, firmando contratos cada mes, cada semestre, cada año, y con 20 años o más sin prestación alguna”.

Esta falta de motivación y de reconocimiento elemental, se traduce en una decadencia de las universidades que se refleja en los rankings internacionales, “acabamos de ver que en 2017, de 800 universidades no aparecen las de Nuevo León ni del resto del país”.

Las únicas que se salvan gracias a la combatividad de sus maestros y alumnos son el Instituto Politécnico Nacional, y la UNAM que salió en el lugar cuatro entre las primeras diez de Latinoamérica y el 122 a escala mundial, comentó.

Deberíamos estar en los primeros lugares si somos la economía número 15 del mundo en Producto Interno Bruto; pero estamos en los últimos lugares de educación básica y superior, como resultado de un proyecto de Nación que convertido a México en un país maquilador, no de conocimiento, ni de soluciones para la humanidad”, señaló.

Este es un momento coyuntural y estamos dando elementos para que las comunidades universitarias del país, propongan a los candidatos a todos los puestos de elección popular al Congreso y la Presidencia, puntos clave para el impulso a la educación. Les estamos diciendo que solamente habrá desarrollo, justicia y democracia en el país si hay democracia en las universidades, en las fábricas, en los institutos.

Es inconcebible que por amiguismo o compromiso, se nombre como director general de lMSS, el Issste, o Pemex, a alguien que desconozca absolutamente el funcionamiento de la institución que va a dirigir. Cada institución debería elegir democráticamente de entre sus empleados, a los hombres o mujeres más conocedores, con más don de gente, más creativos y honestos.

A su vez la investigadora y maestra jubilada de la UANL, Lylia Palacios Hernández, también integrante del “Colectivo 9 de Marzo”, recordó que los estudiantes de hace 50 años, demandaban una Universidad crítica, científica, democrática y popular.

La universidad pública “dejó de ser popular porque quedaron excluidas todas las clases asalariadas; dejó de ser crítica porque imperan el dogma y el autoritarismo en el aula, no hay libertad de cátedra, se promueve el pensamiento uniforme, y así no puede cumplir con su papel social de ser pensador colectivo”.

No es democrática, porque todas las sesiones del Consejo Universitario de la UANL, desde hace muchos años terminan en acuerdos por unanimidad. “Esto nos habla de un pensamiento único, de una censura espantosa, o nos habla de que estudiantes, consejeros y directivos no tienen la mínima intención de reflexionar sobre el papel de la Universidad Pública”, dijo Palacios.

La autonomía se desvirtuó, se volvió uno de los aspectos más grotescos de lo que significa una universidad pública, porque lo interpretan como “no le rindo cuentas a nadie, y hago lo que se me da la gana”, señaló.

Agregó que la democracia universitaria también se pervirtió pues cuando a un rector no le gusta el director que eligieron estudiantes y maestros, manda a un coordinador. Citó que en la Preparatoria Uno, José Angel Galindo Mora, tomó posesión como director en diciembre de 1993, pero hoy sigue siendo el administrador.

Este tipo de situaciones ocurren, señaló por su parte Juan de Dios Sánchez, porque a los jóvenes los han infantilizado, ni siquiera están en un nivel de adolescentes, los tratan como a niños de primaria.

Los directores controlan o imponen a las mesas directivas, que tienen que pedir permiso hasta para invitar a un conferenciante, u organizar un evento solidario con la comunidad.

irr

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