Hermosillo.— Mercedes Alcaraz tiene mucha fe, pero se siente abandonada por las autoridades. La justicia sentenció a 55 años de prisión por intento de al hombre que atacó a su hija y la enterró viva en un baldío cerca de su casa. Ana Paula sobrevivió; sin embargo, está postrada en cama, sin poder moverse.

Con voz entrecortada, la señora compara su dolor con un clavo que se va enterrando a cada paso, “es un clavo que voy machucando a diario”, solloza.

Alrededor de las 21:30 horas del 18 de septiembre de 2018, la joven de entonces 19 años tomó un camión al salir de su trabajo, el cual no completó su ruta.

Leer más

Le llamó a su madre y le dijo que se había quedado más lejos de la parada habitual. Acordaron que la esperaría, pero a Mercedes la agarró la lluvia en la calle, empujando la carriola en la que llevaba al bebé de Ana Paula, y regresó a cubrirlo con bolsas de plástico porque estaba enfermo.

Al pasar por un baldío, se topó con un hombre al que le alcanzó a ver la cara.

Llegó al punto de encuentro y no halló a Paula.

Transcurrieron las horas y más de 30 personas —familiares y amigos— se movilizaron para buscarla, porque la policía se negó incluso a levantar un reporte ya que no habían pasado 24 horas de la desaparición. A su madre le dijeron que “seguro estaba con sus amigas o con el novio”.

“Yo no quería dejar de buscar en ese lugar [el terreno baldío]. Estuvimos horas ahí, tenía un presentimiento de madre, una sensación, algo me decía que estaba ahí… y sí estaba.

“No tenía ni una parte de su cuerpo sin golpear; la asfixió, la enterró y la dio por muerta”, comenta Mercedes, quien aportó los elementos suficientes para que la Fiscalía General de Justicia del Estado (FGJE) diera con el responsable del delito.

El hombre que Mercedes vio es el mismo que atacó a su hija; fue identificado como Jesús Abraham “N” y las dos mujeres lo reconocieron. Después del crimen se refugió en un centro de rehabilitación, donde estuvo 18 meses, hasta que fue ubicado por la FGJE de Sonora.

El viernes 15 de octubre de 2021 fue sentenciado a 55 años de prisión, que deberá cumplir porque el juez le negó beneficios. También deberá pagar una multa de 83 mil 904 pesos y 60 centavos, solventar la reparación del daño moral por 47 mil 070 pesos y realizar la reparación del daño material en forma genérica.

Sin embargo, eso no es justicia suficiente para Mercedes.

Leer más

Las secuelas

Ana Paula, estudiante de Criminología, empleada de mostrador y madre de un niño, sobrevivió a la tentativa de feminicidio con secuelas de paraplejia, también perdió la vista y el habla.

Actualmente, con el apoyo de su madre, lucha por recuperar las habilidades motrices y el habla. Persigue el sueño de recuperarse y convertirse en perito criminalista, carrera que estudiaba antes de ser agredida.

Ana Paula ha recuperado 90% de su visión y 70% de su movilidad, pero aún no camina.

Insensibilidad gubernamental

EL UNIVERSAL visitó a Ana Paula en su hogar, ubicado en la colonia Altares, en el sur de la capital del estado. Postrada en una pequeña cama, con una sonrisa y balbuceos responde el saludo.

En la pared cuelga una fotografía en la que feliz sostiene un diploma escolar. Sus sueños aún son grandes; sin embargo, las necesidades por sobrevivir y lograr ser autosuficiente rebasan a toda la familia.

Esta joven es una víctima de la inseguridad, y a pesar de que la fiscal de Sonora, Claudia Indira Contreras, ha apoyado a la familia, nada es suficiente.

Las terapias son costosas, ya vendieron su casa, dos carros y otros objetos de valor. “He perdido hasta la vergüenza para ir a pedirle apoyo a los diputados, regidores y a quien, me dicen, me puede ayudar”, dice Mercedes.

De esa manera, consiguió una silla de ruedas y un colchón, el cual no satisface los requerimientos para la recuperación de la joven, puesto que ella necesita uno de memoria, así como un aparato mini split de dos toneladas, porque con el calor le salen escaras en la espalda.

Ana Paula trabajaba para mantener a su hijo y pagar sus estudios con el apoyo de su madre. Actualmente anhela una beca, una computadora, así como tener internet para continuar con sus estudios de criminología y graduarse.

Pero, lejos de sus sueños, hay necesidades más apremiantes, como medicamentos, pañales, terapias y alimentación.

Mercedes comenta que sólo para sacarle una credencial de discapacidad tuvo que llevarla en taxi al Centro de Rehabilitación y Educación Especial (CREE) y pagó 600 pesos, pero con todas las batallas no logró obtenerla.

“Que mi mensaje llegue a quien tenga que llegar, mi hija necesita traslado o terapias en nuestro domicilio, al principio las pagué, pero cobran entre 500 y 800 pesos por sesión, y las necesita a diario”, añade.

Sobre la reparación del daño económico tampoco espera nada del hombre que atacó a su hija, lo único que quiere es que no esté libre para que no vuelva a atacar a ninguna mujer.

para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, opciones para el fin de semana, Qatar 2022 y muchas opciones más.