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Tona, de 21 años, salió de su casa en la colonia Antonio Barona, para acudir a un bar con sus amigos, a quienes conoció en un gimnasio, pero no regresó.

Fue visto por última vez el 7 de octubre de 2016, cuando unas cámaras ubicadas afuera de su domicilio captaron su partida. El 2 de junio trajeron su cuerpo en un ataúd, así se despidió de Fabián Tlalapango Flores, su padre.

El jueves cumpliría 23 años, fecha que no pasó desapercibida para Fabian, quien le llevó un pastel hasta su tumba, ubicada en el panteón La Paz, al sur de la capital.

El bizcocho, que llevaba el nombre de Tona, fue acompañado por músicos, quienes le cantaron Las mañanitas.

Luego de visitar la tumba de su hijo, Tlalapango acudió a La ofrenda de las víctimas, ubicada frente al palacio de gobierno, donde manifestó su indignación a las autoridades porque, afirma que si se hubiera actuado de inmediato y con la pericia requerida, Tona estaría con vida.

Fabián señaló que no se han agotado todas las líneas de investigación para detener a todos los responsables; indicó que falta mucho trabajo por hacer: “Pero se limitan a decir que tres personas están detenidas”. De acuerdo con el morelense hay más implicados.

“Cada vez que analizo las cosas mi indignación y decepción son mayores, tanto de las dependencias investigadoras como de la impartición de justicia. Si hubieran actuado inmediatamente, con la pericia requerida había posibilidad de encontrar a mi hijo aún con vida”, expresó.

Su abogado, Hebert Gerardo Flores Escobar, recordó que existe un recurso de apelación contra el fallo de la juez, porque desechó algunas pruebas como teléfonos celulares y objetos que fueron asegurados cuando ejecutaron la orden de aprehensión; sin embargo, hasta el momento no hay avances en el caso.

La defensa legal presentó 120 pruebas contra los procesados pero la juez oral Gabriel Acosta Ortega sólo admitió 30 elementos de pruebas para desahogar en la etapa siguiente.

Tona desapareció el 8 de octubre cuando acudió con un grupo de amigos al Centro de Espectáculos Carranza en San Juan Teotihuacán, ubicado en el Estado de México.

En los primeros meses de su desaparición su padre recibió llamadas de los presuntos secuestradores, quienes le pedían tres millones de pesos como rescate. Nunca le dieron pruebas de vida.

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