“Un amigo estaba trabajando en una maquila y lo mataron. Lo saludé y resultó que el sábado lo mataron en Almaguer”, cuenta Miguel tras la masacre que se registró hace dos semanas en , misma que dejó 15 muertos.

Para los vecinos de Almaguer, Lampacitos, Fidel Velázquez, Bienestar, La Cañada, Arcoíris, Almendros, Villa Diamante y Fraccionamiento Reynosa, entre otras colonias, las balaceras en este municipio tamaulipeco son cada semana, a todas horas.

La masacre del pasado 19 de junio, dicen los vecinos, “fue la gota que derramó el vaso” para que el mundo volteara a ver la violencia en esta región tamaulipeca.

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“Está bien cabrón, hay una especie de toque de queda desde las siete de la noche”, refiere el joven, quien se tiene que informar en redes sociales sobre la situación de riesgo que hay en Reynosa.

“Nosotros siempre nos basamos en esos reportes. Si quieres salir, te fijas y si está, como dicen aquí, que está muy caliente el asunto de seguridad, pues no sales, te quedas guardado en tu casa”, menciona Miguel y añade que en las publicaciones de redes sociales se advierten “levantones”, o incluso, “que van a hacer otras masacres”.

“La gente vive con mucho terror, vive con pánico y no puede salir a gusto”, indica.

Reynosa aprende a vivir con miedo pero no se acostumbra, afirman habitantes
Reynosa aprende a vivir con miedo pero no se acostumbra, afirman habitantes

“Aprendes a cuidarte”, menciona Miguel, al tiempo que reconoce que a la violencia “nunca te acostumbras”.

“Es como una frase conformista; dices: ‘Chingao, pues aquí vivo y aquí trabajo’ y Reynosa es una ciudad muy chingona, muy buena. Hay gente buena, porque realmente hay gente buena. Hay gente que trabaja, y hay gente que se esfuerza día a día, pero realmente así como que te acostumbras, no.

“No te acostumbras a vivir con miedo, aprendes a vivir con miedo. Aprendes a vivir en la zozobra, pero sí está muy cabrón”, expresa Miguel.

Pese a que el presidente Andrés Manuel López Obrador, desde la Ciudad de México, no consideró la masacre en Reynosa como un acto terrorista, los habitantes de este municipio, los que sufren la violencia, opinan lo contrario.

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“Esto ya sobrepasó lo de los cárteles, esto ya es un acto vil, cobarde, que nunca había visto aquí en Reynosa”, considera Miguel, quien dice que vivir en esta ciudad es vivir en un “mañicipio”: “Se le dice la maña al crimen organizado y el municipio está con ellos y es lo mismo”.

“La violencia está aquí, va a seguir siempre si el gobierno federal y el gobierno estatal no ponen manos a la obra”, subraya Miguel.

Daniel, quien vive en la colonia Villa Esmeralda, también reconoció que para él y sus vecinos esta masacre fue un acto terrorista que los tomó por sorpresa, pues “los malos” siempre se matan entre ellos y nunca arremeten contra los habitantes.

“Es diferente porque mataron a personas normales. Siempre decimos: ‘Si no andas en malos pasos, no tienen por qué hacerte algo’. Esa gente no se mete con la sociedad, pero nos enteramos de que mataron al señor de una tienda, a un muchacho, a un taxista, a unos albañiles, entonces las redes se inundaron de puro nerviosismo y empezó una sicosis social. Ves que la gente anda más rápido en las calles y al poco tiempo se quedan vacías.

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“Al taxista lo mataron porque iba pasando por el boulevard. La cuadrilla de trabajadores de Comapa estaba esperando su pago en una bodega, que está sobre la misma calle, pero pasaron y los balearon.

“Los mataron porque estaban en su propia comunidad, en su propia casa, en su propia calle”, sostiene con un dejo de preocupación en su voz.

“No te queda más que seguir adelante, con miedo, algunos con más miedo que otros, pero al final de cuentas se nota”, describe Daniel.

“Aquí sentimos que cualquiera puede venir con un arma, apuntarte y matarte. Y esto va a quedar completamente impune porque es el crimen organizado y nadie se mete con ellos.

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“No te sientes seguro con las autoridades [policías, militares o marinos] porque te confunden o te extorsionan, tienes miedo hasta que ellos mismos te vayan a inculpar en algún delito”, declara.

Agrega que todos los habitantes de Reynosa pasan por un periodo de adaptación, “en el que vivimos con muchísimo miedo, pero la vida sigue”.