Zapopan.— Literalmente, la mitad de la población del área metropolitana de Guadalajara acompañó este año el regreso de la a su Basílica desde la Catedral de Guadalajara.

A lo largo de nueve kilómetros, 2.4 millones de personas siguieron el paso de la imagen de 34 centímetros, hecha de pasta de caña de maíz, para agradecer los favores recibidos o pedir para que otros se materialicen.

La pandemia de Covid-19 no detuvo el recorrido que La Generala hace cada año por 150 iglesias de la ciudad hasta regresar a su casa cada 12 de octubre, pero sí restringió la posibilidad de que sus fieles la acompañaran.

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Es por eso que este año fue importante para quienes tienen marcada como especial esta fecha en su calendario.

Desde la tarde del martes la misa del patrocinio en la explanada del Instituto Cultural Cabañas reunió a más de 5 mil personas que se preparaban para la serenata y pasar la noche en oración dentro y fuera de la Catedral de Guadalajara.

A las tres de la mañana del pasado lunes arrancó el primer contingente desde la Catedral a la Basílica y con él, en medio de la madrugada fresca, creció el rumor generado por más de 26 mil danzantes, decenas de bandas de guerra y las voces de cientos de miles de fieles que pregonaban que la Virgen estaba por iniciar su camino.

Para entonces los flancos de las avenidas que conformaron el recorrido (Juárez-Vallarta- Unión- Américas) rebosaban de personas en espera del paso de la Virgen, que a las 6:30 horas salió de la Catedral, tras escuchar la misa de despedida, durante la cual el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Guadalajara, Manuel González, pidió a la imagen bendecir a esta patria que está “azotada por la violencia”.

La historia de la Virgen de Zapopan es la de una madre cuidadora que salva a sus hijos de terremotos, rayos, inundaciones y epidemias, y aunque llegó a estas tierras con Fray Antonio de Segovia hacia el año de 1530, fue hasta 1734 cuando se hizo el primer recorrido para honrarla; así, a lo largo del periplo, La Generala escuchó las múltiples peticiones para su intercesión divina.

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Las solicitudes siempre son diversas, pero en un estado donde hay más de 15 mil personas desaparecidas, no faltaron las súplicas de quienes no encuentran a algún familiar. Algunos caminaron junto al contingente, otros esperaron su paso, pero todos se aseguraron de llevar en camisetas o carteles las fotografías de las personas a las que buscan, para que la Virgen y quienes la siguen los puedan reconocer y les ayuden a su localización.

Para las 11:30 horas La Pacificadora se asomó por los Arcos de Zapopan y las campanas de la Basílica comenzaron a repicar, los aplausos rodearon a la imagen y a lo largo del andador 20 de Noviembre se abrió un pasillo flanqueado por danzantes que resguardaron el último tramo hasta el atrio: la Virgen regresaba a casa.

Dentro de la Basílica, durante la misa de bienvenida, el cardenal de Guadalajara, Francisco Robles Ortega, llamó a terminar con rencores y divisiones para dejar atrás la violencia en el país.

Afuera, en medio de las danzas, los puestos de comida y los juegos mecánicos, el centro de Zapopan volvió a ser, después de dos años de encierro y epidemia, epicentro de la verbena popular en el estado.

Pasado el mediodía, mientras las autoridades estatales reportaban que la asistencia de 2.4 millones de personas implicaba un récord en los 288 años de esta tradición y celebraban el saldo blanco durante la celebración, las miles de personas que decidían volver a casa se enfrentaron con un sistema de transporte público colapsado que sólo prometía que el regreso sería tan largo como la llevada de la Virgen.

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