San José.— Empujada por la miseria y la violencia, la hondureña Melisa Portillo, de 45 años, madre soltera y desempleada, se unió ayer con sus tres hijos —Víctor, de seis años; Marjorie, de tres, y Yamileth, de uno— a una de las dos caravanas de migrantes que a pie, en camiones de carga y otros vehículos, salieron de Honduras con destino a Estados Unidos, vía Guatemala y México.

“Voy optimista, como toda la vida. Hasta que Dios lo permita”, dijo Melisa, oriunda de San Pedro Sula, en una entrevista telefónica con EL UNIVERSAL. La conversación se llevó a cabo durante un receso del viaje y todavía en Honduras, a unos 20 kilómetros de la frontera con Guatemala.

“Demasiada inseguridad en Honduras. Busco trabajo, paz, seguridad y mejor futuro para mis hijos”, dijo Melisa sobre sus motivaciones para emprender este viaje. Negó haber pagado a coyotes o traficantes de personas por la travesía. “Vamos por nuestra voluntad”, aclaró, e insistió en que, ante el riesgo, “todos vamos confiando en Dios”.

Pese a que México y Estados Unidos levantaron muros policiales, militares y migratorios en los últimos siete meses para detener a los migrantes indocumentados que ingresan a sus territorios, ayer iniciaron su camino dos nuevas caravanas con un total de unos mil 800 hondureños sin visas que viajan por tierra y con mínimos recursos de subsistencia.

Su primer objetivo es llegar a Guatemala, con la idea de cruzar territorio mexicano y, finalmente, buscar asilo en suelo estadounidense.

Al respecto, el presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, informó en rueda de prensa que México le garantizó que no dejará que crucen el territorio para llegar a la frontera con la Unión Americana.

Giammattei —quien asumió como mandatario el martes— dijo que ayer por la mañana se reunió en la capital guatemalteca con el canciller de México, Marcelo Ebrard, y abordaron el tema de la caravana.

“El gobierno mexicano nos advirtió que no los va a dejar pasar, que va a utilizar todo lo que esté en sus manos para impedir que pasen.

“A las caravanas se les advertirá que van a poder llegar, muy probablemente, hasta la frontera [de Guatemala y México], pero que de ahí en adelante se van a topar con un muro que no lo van a penetrar”, añadió.

Por su parte, el gobierno de Honduras alertó ayer a sus ciudadanos que las caravanas son convocadas por criminales para estafar a la gente. “No se dejen engañar”, pidió la vicecanciller hondureña, Nelly Jerez.

La funcionaria aseguró que hay más de 27 mil hondureños “varados bajo unas carpas” y en “situación de calamidad y vulnerabilidad” en la frontera norte de México. Dijo que todos ellos están “engañados, arrepentidos” tras pagar 15 mil dólares a los coyotes.

Jerez alertó: “Ni uno tan sólo ha podido pasar un proceso de asilo. Ni uno tan sólo va a salir favorable para un proceso de asilo”.

Pese a las advertencias, y con mochilas al hombro o a la espalda, unos mil 500 migrantes hondureños empezaron ayer a las 4:30 horas (mismo tiempo del centro de México) la primera marcha de 2020. Salieron de una terminal de autobuses de San Pedro Sula y se dirigieron a Agua Caliente, limítrofe con Guatemala. Se preveía que entre anoche y hoy por la mañana llegaran a Esquipulas.

Otro grupo de unos 300 migrantes hondureños ingresaron ayer a Entre Ríos, Guatemala.

Anoche se informó que se está convocando por redes sociales a una tercer caravana que saldría el próximo lunes desde El Salvador.

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