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Puede ser alguien que conoces: tu prima, tu hermana, tu novia o tu amiga de la escuela... y quizá no te has dado cuenta. Desde hace 15 años, mujeres oaxaqueñas se organizan para “acompañar” a otras que necesitan interrumpir un embarazo. Se trata, explican, de un acto de hermandad, concepto que ellas prefieren definir como sororidad.

Oaxaqueñas se acompañan en aborto libre y seguro
Oaxaqueñas se acompañan en aborto libre y seguro

Estudiantes, trabajadoras, maestras

Cité a Claudia en un parque público de la capital oaxaqueña para saber más sobre la labor que realizan y sobre cómo funciona su red. Me dijo que iría con un par de amigas más, quienes también “acompañan”, pero con la condición de no revelar la identidad de ninguna (todos son nombres ficticios), pues la ley no protege a las mujeres que, como ellas, apoyan una decisión de esta magnitud.

Claudia llega puntual a la cita. Sus invitadas, Guadalupe y Patricia, son mujeres jóvenes, de entre 30 y 40 años con apariencia común —jeans, tenis y camisetas— y que sólo se diferencian del resto porque todas han estado frente a un embarazo y a la imposibilidad de decidir si quieren concretarlo. Así es como nació esta red que crece en el anonimato.

—Somos una red de mujeres comunes, como tú y como yo: estudiantes, trabajadoras, amas de casa, maestras —explica Claudia mientras sujeta el bolso donde transporta documentos del trabajo.

Lo que hace más de una década comenzó con cinco integrantes, hoy suma más de 40 mujeres de diferentes edades y comunidades de procedencia, principalmente de la Mixteca y los Valles Centrales. Lo único que comparten es un objetivo común: ayudar a otras en la interrupción segura de un embarazo. Al mes, la red da soporte a entre tres y cinco mujeres. A ese proceso lo llaman “acompañar”.

Acompañar” consiste en provocar el aborto con una pastilla llamada Misoprostol, que es de fácil acceso. El proceso no requiere hospitalización, ni contar con incapacidad, y la mujer que decide practicarlo puede seguir desarrollando sus actividades si así lo desea, pues no hay sangrado y el medicamento no las imposibilita para caminar o moverse, aseguran las mujeres de la red.

En un primer momento, la “acompañante” y quien solicitó el apoyo se reúnen. La primera explica qué es el Misoprostol y ayuda a aclarar dudas, pues muchas “se acercan asustadas y desesperadas; estamos capacitadas para dar contención”, dice Guadalupe.

Luego, la “acompañante” realiza el vínculo con una médico que las asesora. Ella realiza la consulta, efectúa una prueba de embarazo y explica cómo se toma el medicamento. Ninguna obtiene ganancias por la labor. Las solicitantes sólo cubren el costo de las pastillas y para aquellas que no tienen recursos, el apoyo es gratuito.

—Nosotras tenemos el vínculo con especialistas que lo consiguen y lo ponen al alcance de las mujeres que deseen abortar, a precios reales, no a costos excesivos —dice convencida Claudia.

Lo anterior lo explica Claudia porque en Oaxaca y en todo el país existe una demanda importante del medicamento, por lo que hay ginecólogos que venden la pastilla hasta en cinco mil o 10 mil pesos, cuando normalmente su precio no rebasa los dos mil.

— Lucran con el cuerpo de las mujeres y con la desesperación de conseguir un método seguro para abortar— afirma.

La labor que realizan mujeres como Claudia, Patricia y Guadalupe se ha extendido porque en Oaxaca abortar es ilegal.

Las únicas excepciones que marca el artículo 316 del Código Penal para no castigar el aborto es cuando una niña o mujer es víctima de violación, cuando el producto tiene malformaciones o cuando la vida de ella está en riesgo. En los otros casos la mujer no tiene la opción de elegir.

Algo de lo que están seguras las mujeres de la red de acompañamiento es que ninguna aborta con “alegría en sus corazones”.

Oaxaqueñas se acompañan en aborto libre y seguro
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Maternidad: el poder de decidir

Claudia conoció de la red por una amiga que recibió ayuda. Desde entonces quiso ayudar a mujeres que provienen de comunidades indígenas y que por motivos de salud o por razones económicas no pueden extender su familia. De ese primer contacto han pasado cuatro años y ahora acercarse a ellas es tan inmediato como dar un click. En Twitter aparecen si se busca #MisoPaTodas, gracias a lo cual, además de Oaxaca, han enviado medicamento a Jalisco, Guanajuato, Morelos y Chiapas, donde conseguirlo no es sencillo.

Además, pistas sobre el “acompañamiento” y asesoría en caso de embarazo no deseado están en stickers pegados en baños de restaurantes, bibliotecas, consultorios, escuelas, oficinas, bares y otros lugares públicos.

Gracias a esa amplia cobertura, la red ha ayudado a mujeres que sufrieron abuso sexual, madres solteras, adolescentes embarazadas y a mujeres indígenas que tienen más de tres hijos y les es casi imposible sostener una familia más numerosa.

Son tantas a las que han “acompañado” que han perdido la cuenta de a cuántas mujeres les han acercado la posibilidad de decidir sobre su cuerpo y su vida.

“La maternidad es una decisión, no un destino, y el aborto es un tema que únicamente compete a las mujeres, a nadie más. Queremos ser libres y autónomas. Queremos aborto libre y seguro”, sentencia Claudia. La red sigue creciendo.

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