Morenas, con miradas determinantes, labios gruesos y cabelleras negras. Las mujeres chiapanecas son las protagonistas en los lienzos que pinta Rigoberto Gómez Sántiz.

“Las retrato porque sé que ellas son la base de nuestra cultura. Han alimentado, formado, enseñado y trascendido conocimientos que podemos presumir. Mujeres que desde las comunidades están en resistencia por mantener vivos conocimientos que no son de hoy, sino ancestrales”, explica el pintor de 29 años.

Rigoberto es originario de la comunidad San José Buenavista Primero, perteneciente al municipio de Pantelhó, Chiapas. Su lengua materna es tseltal-tsotsil.

Desde niño se sintió conectado con sus orígenes, cuenta que creció fascinado por el colorido, los aromas y los sabores de su cultura. Pero fue hasta que cumplió 15 años cuando decidió empezar a convertir la fascinación de su pueblo en trazos y pinceladas asistiendo a clases en la Casa de la Cultura de su municipio. Años después cuando pudo acceder a una licenciatura no dudó en escoger Artes Visuales en la Universidad de Chiapas (UDECH).

“Soy un aficionado del arte del pasado y lo combino con la iconografía del presente. Los pueblos están en transformación. En nuestros pueblos hay nuevas formas de vida, ideas y es una metamorfosis que nos está llevando a un futuro de diversidad”, explica Gómez Sántiz.

Afirma que tiene una fascinación por el pasado de Chiapas relacionado con la antigua civilización maya. Es por esto que sus obras ilustran las flores bordadas, los hilos de seda y la artisela de colores que son características de su indumentaria, además de las historias de los textiles que se han contado de generación en generación. Pues considera que más que un bonito ropaje utilizado por las mujeres chiapanecas, es la descripción de años de historia como pueblo originario.

Mujeres vibrantes, las musas del pintor tseltal Rigoberto Gómez
Mujeres vibrantes, las musas del pintor tseltal Rigoberto Gómez

Foto: Cortesía

Trazos de denuncia

Pero el respeto que Rigoberto tiene por su pueblo, también ha ido acompañado de la crítica a su entidad, la cual aún mantiene situaciones de desigualdad de oportunidad y poco reconocimiento, principalmente hacia las mujeres.

“Desde los pueblos se viven cuestiones de desigualdad, cambios y transformaciones que no siempre son de elección, sino de imposición. Tenemos un mundo que se está imponiendo y este tipo de problemáticas sociales hace replantear mi obra. Vemos que ya no es suficiente plasmar la tradición”, dice el artista.

Las pinturas de Rigoberto se han exhibido en diversas ciudades de Chiapas como San Cristóbal de las Casas, Comitán, Tapachula y Pantelhó, al igual que en otras entidades de México como Cancún, Quintana Roo y Yucatán. Una difusión que, asegura, siempre busca exaltar la cultura tseltal-tsotsil y utilizar todas las tecnologías del mundo globalizado para lograrlo.

“En lo personal, como artista, tengo la oportunidad de plantear temas de interés que puedan tener repercusión nacional y puedan mejorar nuestro pueblo. Creo que debemos hacer uso de las tecnologías para hacer sobrevivir como cultura, para poder combinar la tradición y los pueblos originarios con algo que cuente nuestro pasado y presente”, afirma.

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