“Ya le dieron a mi bebé, mi niña ya está muerta”, dijo Leticia Valdez cuando entró con el cuerpo de su hija de dos meses de edad a un diminuto baño para tratar de guarecerse de las balas, disparadas por policías estatales.

La joven de 22 años, hija José Valdez Chapa “El Señor de la V” , así como tres mujeres más y un adolescente perdieron la vida en un presunto “fuego cruzado” en un domicilio en Temixco, según el relato de su hermano Carlos.

Carlos tiene 17 años y dio su versión de los hechos ocurridos la madrugada del pasado 30 de noviembre, sobre el supuesto enfrentamiento entre sus familiares y siete policías en su domicilio en la colonia Rubén Jaramillo.

Relató que el día 29 de noviembre su hermana Leticia, junto a sus hijos de dos años y dos meses llegaron a su casa en compañía de su abuela Faustina, de 65 años de edad. Realizarían un rito familiar: vestir de rojo a uno de sus hermanos para que no se enfermara.

Carlos es uno de los seis hijos de José Alberto Valdez Chapa , identificado por el comisionado estatal de Seguridad, Jesús Alberto Capella Ibarra , como el “Señor de la V”, presunto líder del Cártel del Sur.

Al terminar la reunión, Valdez Chapa y su esposa, sus cinco hijos, sus nietos, su nuera y un hermano de ésta se quedaron a dormir en su casa.

Carlos dice que se durmió en el piso con uno de sus sobrinos y su hermana Leticia se quedó en la cama con la bebé. En la otra habitación durmió el resto de las mujeres y los niños en dos camas.

Durante la madrugada, un estruendo lo despertó y su hermana mayor le dijo que varios sujetos armados se metieron a su casa, rompieron la puerta de servicio del portón, la puerta de la casa y una ventana.

“Yo cargué a mi sobrino y mi hermana a la bebé, pasamos por la cocina, los hombres armados estaban aún en el pasillo, iban vestidos con tenis, jeans y de negro en la parte de arriba con lámparas en la cabeza y algunos en la mano”, relató.

El joven afirma que los elementos policiacos no se identificaron y desde la irrupción violenta al domicilio dispararon hacia la casa, una vez apostados en el pasillo, dispararon desde la ventana.

“Fue cuando le dieron a la bebé, mi hermana se dio cuenta porque la llevaba cargando y la niña sangró, nunca la dejó en el pasillo”, afirma.

En las fotografías “filtradas” se ve a la bebé vestida con mameluco naranja, sin manchas evidentes de sangre. Su cuerpo yace en un pasillo sobre el piso, a unos pasos de la puerta del baño donde se encontraron a las otras cinco víctimas mortales.

“Nos metimos todos al baño y adentro me dijo (mi hermana) 'mi niña ya está muerta'. Ella estaba al fondo del baño, pegada a la pared, del lado de la puerta del baño, cuando la alcanzaron las balas y cayó al piso. Nunca soltó el cuerpo de mi sobrina, se quedó como agachada con la niña entre los brazos”, describió.

Los policías dispararon directo al baño -continuó Carlos-, porque se dieron cuenta cuando nos metimos ahí, se dieron cuenta por las lámparas que apuntaron directo sobre nosotros cuando corrimos a escondernos, dispararon varias veces sobre la puerta del baño.

A pesar de lo reducido del lugar, ahí se guarecieron su hermana Leticia y sus dos hijos; su mamá Camelia Rodríguez; su papá José Alberto Valdez Chapa; su hermano mayor José Antonio, su esposa Brenda y su hijo de tres años; Diego, hermano de Brenda, de 14 años; su abuela; su tía María; sus hermanos de 7 años y un bebé de 12 meses, así como su sobrino de cinco años.

“Los niños estaban sin ropa porque estábamos dormidos cuando los policías llegaron y los metimos al baño así, los policías nos gritaban que nos iban a matar a todos, les pedimos que nos dejaran salir para ponerles ropa pero nos amenazaron con que iban a lanzar una granada y si no salíamos en 10 segundos nos iban a matar.”

Dice que un muro salvó a su papá, a su hermano mayor, a su cuñada y a sus sobrinos sin detallar si éste se encuentra dentro o fuera del pequeño baño.

“Les gritamos que ya habían matado a mujeres y niños, dijo, pero a los policías nos les importó, amenazaron con matarnos a todos. Un hombre entró y gritó que era policía del estado y fue cuando los demás dejaron de dispararnos. Le hablé a un amigo para decirle lo que pasaba, él grabó la llamada, ahí se oye cómo les pedimos que nos dejen vestir a los niños pero no quisieron. Cuando salimos del baño eran puros hombres vestidos de negro.

“Unos sujetos nos llevaron afuera, a la calle y nos encerraron en una camioneta, uno de ellos nos preguntó que “qué le hicimos a Capella” para que nos tuviera tanto coraje”, expuso sin decir qué otras cosas les preguntaron los oficiales.

Carlos aseguró que tanto su papá como su hermano mayor se dedican a la venta y compra de vehículos por lo que ignora el porqué Capella los acusa de delincuentes. Que ninguno de los integrantes de su familia disparó contra los oficiales porque no tienen armas, lo que contradice la versión oficial.

El joven rechazó que en algún momento algún tipo de gas les haya impedido respirar o les haya causado irritación en las vías respiratorias, tal y como aseguró el comisionado de Seguridad, al decir que tras dos horas de enfrentamiento con los presuntos delincuentes sus elementos arrojaron gas pimienta tras lo cual se rindieron. También refutó que el enfrentamiento haya durado el tiempo referido por el responsable de la Seguridad en el estado, refirió que el ataque ocurrió en pocos minutos.

Tras la refriega, fueron detenidos su papá, su hermano mayor, su cuñada, un amigo de la familia de nombre Gilberto Enrique Sánchez, quien, según el testimonial que dio durante la audiencia de vinculación a proceso, se quedó a dormir en una camioneta Audi estacionada al interior del domicilio con otro de sus hermanos de nombre Alejandro, de 12 años.

En dicha audiencia, un juez de control encontró anomalías entre el parte oficial de los policías y las pruebas periciales de la propia Fiscalía General del Estado por lo que decretó su libertad. El mismo adolescente fue detenido la madrugada del jueves y llevado al Tribunal Unitario de Justicia para adolescentes, pero los magistrados decretaron también su libertad al considerar que sus derechos fundamentales fueron violentados.

“Ahora no salimos porque tenemos miedo que Capella nos mande matar”, finalizó el sobreviviente del ataque.

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