Poza Rica.— Ante el abandono de las autoridades locales y estatales, Andrea Carballo Hernández y Teodora Hernández Santiago comenzaron a reparar las viviendas que rentan en la colonia Los Sauces, una de las zonas populares más castigas por el.

Los vientos de más de 200 kilómetros por hora desprendieron los techos y paredes de madera de sus pequeños hogares que eran de madera y lámina.

A cinco días del impacto del ciclón tropical, que dejó un muerto en el municipio petrolero, Andrea y Teodora tienen presente la situación terrible que vivieron la madrugada del sábado, cuando arribó Grace y golpeó la región norte de Veracruz.

“Fue muy feo, muy terrible. Primero empezó el agua, después como si cayeran bolas, el aire azotó muy fuerte, y cuando vi que empezó a levantar la lámina ahora sí dije: ‘Ya me quedé sin casa y sin nada’”, recuerda.

Para protegerse de la lluvia y de los vientos huracanados, doña Andrea revela que se resguardaron en el baño de cemento de la vivienda de su vecina Teodora, hasta la seis de la mañana que amaneció y que la furia de Grace disminuyó.

“Nosotros nos pasamos a un baño que está hecho de material; ahí nos escapamos cinco personas y ahí estuvimos hasta las seis de la mañana que amaneció”.

La señora Andrea Carballo enfatiza que hasta el momento ninguna autoridad los ha volteado a ver para saber si tienen algo para comer o no.

“Apenas llegué a vivir el 1 de agosto y la señora Teodora tiene como dos años, y no esperábamos estas cosas que pasamos. He visto otros huracanes, pero a comparación de éste nunca me había tocado”.

Mostrando el baño donde se resguardaron, Teodora Hernández Santiago señala: “Aquí nos hicimos bolita, chiquitos, con los hijos y con la señora; cinco estuvimos aquí”.

“Ahora sí, Dios fue muy grande y nos protegió”, menciona doña Andrea, quien hace unos meses quedó viuda.

Al igual que Andrea y Teodora, el señor Lucas Jiménez Castán, comerciante, perdió su casa por el huracán, la cual comenzó a reparar con la madera que no se echó a perder.

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“Nosotros quisiéramos una ayuda; que no nos la regalen, pero que nos hagan la casa y nosotros la vamos pagando despacio, es lo que le vamos a pedir al municipio”, expresa don Lucas.

Dice que le da mucha tristeza, principalmente por su familia, ver su casa destruida.

“No está uno preparado para esto, nos agarra con las manos cruzadas y ahorita no he ido a trabajar y apenas tenemos para comer. Queremos que nos echen un apoyo y la verdad sí nos sentimos abandonados”, expresa.

Gracias a Dios, dice don Lucas, él y su familia están vivos, pero espera que el gobierno vea la situación y escuche a los damnificados para que los ayude.

“Lo que más urge es tapar la casa, hacer la casa”, afirma.

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