En la colonia Emiliano Zapata, la más afectada del estado por el sismo del 19 de septiembre, la gente camina con un tarjetón colgado al cuello. Es una copia de su credencial de elector y el “certificado” de damnificado sellado por la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), que les concede el derecho de formarse para la entrega de víveres.

La escena se multiplica a lo largo de las cuadras devastadas por el terremoto de 7.1 grados porque, como dice Epifania “N”, es necesaria para mantener a “raya” a los ‘xoxos’, mote que adjudican a la gente oriunda de la comunidad indígena de Xoxocotla del municipio de Puente de Ixtla.

“Son varias mujeres que vienen, se forman antes que nosotras, arrebatan las cosas y nos dejan sin nada. Nos hicimos de palabras y hasta de manotazos, porque no es justo, ellas son de otro municipio y no tienen necesidad. Las vimos con más de 50 bolsas de despensas, primero pagaron taxis, pero ahora traen camionetas que se van rebosadas”, dice enojada Clara, hija de Epifania.

Ante el “abuso” de los habitantes de Xoxocotla los vecinos de la Zapata, como se le conoce a la colonia, se organizaron. Margarita sale para recabar los datos de la situación de cada uno, hace su lista y encabeza una brigada de vigilancia que da la voz de alerta si ven al “enemigo”.

El gafete lo portan cuando llega un camión con ayuda, si el ojo avisor de Clara no detecta a alguna infiltrada, los víveres se entregan sin mayor contratiempo, pero si hay algún “xoxo”, entonces los hombres salen en defensa.

Antonio Mazarí Benítez, secretario del ayuntamiento de Jojutla, informó que la medida fue adoptada porque personas de otros municipios que no necesitaba ayuda se llevaba las despensas o la ayuda en material, lo cual generó roces con los habitantes.

Expuso que las autoridades se coordinan con los presidentes de los comités de damnificados para que cuando llegue ayuda humanitaria se les informe que sólo deben entregar víveres o material a los portadores del gafete y luego, si sobra, al resto de la población.

Mazarí Benítez informó que censaron 6 mil 896 casas, de las cuales 2 mil 637 presentan daños de leves a graves, por lo que habría cerca de 10 mil damnificados en Jojutla.

Escasea ayuda. La ayuda empezó a escasear en Jojutla y los habitantes siguen en zozobra porque desconocen la fecha en que el Fondo de Desastres Naturales (Fonden) entregará los recursos.

La casa de Alva Carlo Bailón, de la Zapata, fue remodelada hace un año y medio, pero el sismo la destruyó. Su situación es complicada porque como comerciante de abarrotes no tiene ventas.

De Alva dependen seis personas, incluida su madre, de 76 años. Sus pocas ganancias y lo poco que recibirá de la Federación, sostuvo, solo alcanzarán para levantar una o dos bardas.

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