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Con festejos sencillos, entre escombros de los sismos, a la intemperie y bajo un intenso frío, los habitantes del Istmo de Tehuantepec despidieron 2017.

Los zapotecas de la región acostumbran a bailar por las calles con personajes disfrazados; además queman el Año Viejo, a las 12 de la noche del 31 de diciembre, con los también llamados Huelos, monigotes hechos de ropa vieja rellenos de papel, aserrín y pirotecnia. Con este ritual, se deshacen lo que consideran fue malo.

A pesar de la situación crítica de la reconstrucción de viviendas y la lenta reactivación económica, derivado de los terremotos del 7, 19 y 23 de septiembre y otros desastres naturales, como lluvias y vientos, algunas familias elaboraron los tradicionales Huelos para quemarlos como símbolo para cerrar un ciclo.

Inversión desde 150 hasta mil pesos. Su elaboración supone la inversión de 150 pesos hasta mil pesos, por el costo de los productos pirotécnicos que se colocan en su interior.

La temática en esta ocasión no varió mucho: militares, policías y mujeres con ropa tradicional, fueron los protagonistas y se agregaron los relacionados con los sismos, que dejaron sin casa a más de 14 mil juchitecos, quienes a más de tres meses de la tragedia, todavía viven en casas de campaña.

Además salen a las calles los bailarines también llamados Huelus (viejitos) que despiden el año danzando de casa en casa disfrazados con exageración, a cambio de unas monedas.

“Una limosna para este pobre viejo, que ha dejado hijos para el Año Nuevo” es la estrofa de una rumba cubana que repiten los cantadores que acompañan a los bailadores, este grupo de jóvenes recurren a esta práctica para ganar dinero durante la última semana del año ante la falta de empleo.

Todos los años, estos grupos llegan a ganar en una semana más de tres mil pesos, a veces más, depende de las horas que bailen. Y aunque se vieron muy pocos Huelus, la tradición no murió y los viejos bailaron sobre los escombros para despedir un mal año.

Los Huelus, de acuerdo con el profesor Tomás Chiñas Santiago, presidente de la organización Tona Taati, surgieron en el puerto de Veracruz, pero es en la zona zapoteca del Istmo donde se transforma y tiene características que identifica a la cultura.

La mayoría de las familias de los 41 municipios que conforman la región tuvieron una cena de fin de año sencilla, muchos en casas provisionales o con familiares, puesto que a más de tres meses de la tragedia, aún no concluye a 100% el derribo de casas dañadas y la construcción de viviendas avanza de manera despacio.

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